Opinión

Los resultados de Ourense

Cuando en la noche electoral Telemiño ofreció un buen programa que dirigió Nespereira, un miembro de esta casa, con gran acierto, me impresionó la cara que en aquel momento tenía mi gran amigo Lalo Pavón, que acompañaba su rostros con palabras claras, concisas y certeras no exentas de un malhumor propio del momento. Porque, a decir verdad, el resultado nos sorprendió a muchos, sobre todo los que seguimos diariamente este periódico e íbamos comprobando la serie de acontecimientos en contra de la candidatura ganadora. Un resultado contundente y que como demócrata lo único que cabe es aceptarlo y punto. Pero también es verdad que debemos examinar las causas y las actitudes que condujeron a este final. Esto es la democracia que todos debemos aceptar y examinar.

Hay hechos que, por mucho que se disfracen, son como son y esto debe llevar a un comportamiento honrado y a la vez equilibrado sin precipitaciones de momentos de euforia o de descontrol. Es necesario saber valorar las cosas en su momento y con el justo equilibrio para un signo o para el contrario. Lo negro siempre será negro y lo rojo, rojo. Como la corrupción, la prepotencia y la chulería necesitan su justo juicio. Lo demás es irresponsabilidad. Y de esto, por lo que se colige, habría mucho que ver.

Dicho todo lo anterior, hay que tener muchísimo cuidado a la hora de valorar al pueblo y a su memoria de décadas. El pueblo tiene un instinto de justicia muy especial y ¡ojo!, el pueblo y su instinto nunca olvidan por mucho que la propaganda y los medios de masas lo pretendan. Al pensamiento del pueblo nunca se le dala vuelta de repente. El pueblo nunca olvida. Y este es el problema. Y acaso sea esta idea la que más ha influido en los resultados finales de nuestro ayuntamiento. Porque nadie duda del prestigio de los perdedores, así como de sus valías e incluso su capacidad y talento. Pero en sus pasadas historias aparecen algunas cosas que por mucho que la Justicia las haya absuelto, están ahí en la cabeza de los ciudadanos. Esto es una verdad a tener en cuenta.

¿Ha marcado en el resultado final ese pasado a pesar de haber sido borrado de sus currículos? Acaso los partidos buscaron la imagen de tres personas buenas (que lo son) pero han olvidado su pasado. Esta es la cuestión.

Por ello tal vez para los votantes ha pesado más aquel pasado que la categoría personal de cada uno, y de aquí que hayan sido muy “liberales” perdonando posibles desmanes del vencedor y cosas buenas que también ha tenido en estos últimos cuatro años. Esta es la realidad de un resultado que nos ha desconcertado a muchos a la hora de los escrutinios.

Y también es cierto que debe ser un punto de referencia en próximos comicios para mirar con lupa el historial de todos los candidatos, para tratar de que los resultados sean más ajustados a la realidad. 

La politica, querido amigo, tiene muchos entresijos. Dice el presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa: “Cuando el poder no funciona es el pueblo el que cambia el poder”. Este principio es el que debiéramos siempre tener presente para, en futuras convocatorias, saber lo que debemos cambiar en los candidatos para evitar sorpresas provenientes del saber y la memoria popular.

Por lo demás, comienza un nuevo mandato municipal y el 23 de julio nuevas elecciones generales, en las que acaso tendrán los partidos que prevenir fracasos innecesarios para evitar sorpresas. Que las cosas corran en paz y los elegidos para la casa de la Plaza Mayor vean las lecciones que el 28M nos ha dado a todos. 

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