Opinión

Una madre ejemplar

Hoy celebramos a Santa Mónica la madre de San Agustín.Mónica nació en el año 332, en Tegaste, ( Argelia). Fue criada por una esclava que criaba los hijos de los señores. Os manuscritos que hablan de la tradición oral sobre Santa Mónica dicen que desde niña era muy religiosa y disciplinada. Sempre ayudaba a los más pobres con paciencia.

Mónica se casó con un noble llamado Patricio. Miembro del consejo de Tegaste. Tenía tierras, esclavos y una buena posición social. Patricio, era rudo y violento. Por lo que, fue motivo de mucho sufrimiento e oraciones de Santa Mónica.

Tuvieron 3 hijos: Agustín, Navego e Perpetua, que se hizo religiosa. Agustín era el mayor y le causó muchos sufrimientos. Los problemas con Agustín llegaron a tal punto que, para convencerlo de que todo lo de este mundo tiene consecuencias, Mónica le expulsó de casa.  Mónica nunca dejó de rezar y llorar por él y su conversión. De ahí el dicho de que las lágrimas de santa Mónica convirtieron a su hijo Agustín y por la conversión de su marido y de Navigio, con mucha perseverancia e paciencia.

Santa Mónica rezó años por la conversión de su familia. Al final tuvo la gran dicha de verlos a todos convertidos a la fe. Treinta largos años de oración lograron estas célebres conversiones. Hasta tal punto que su hijo Agustín fue el gran valedor de Occidente hasta hoy en día. 

Escribiendo sobre su madre dejó escrito: Mi madre fue la intermediaria entre Dio y yo”. Este es el testimonio que dejó esta gran madre a todas las mujeres creyentes.

Santa Mónica enseña que las madres y los padres deben preocuparse por la salvación de sus hijos. Falleció en el año 387, con 56 años. Su hijo Agustín en su famoso libro autobiográfico intitulado “Las confesiones” hace una serie de merecidos elogios a su santa madre cuyo cuerpo fue descubierto en 1430. O Papa Martinho lo llevo para Roma y lo depositó en la iglesia de San Agustín.

Fue canonizada por el Papa Alexandre III, por haber sido la responsable de la conversión de su hijo Agustín. Y está declarada la Patrona de las asociaciones de madres cristianas por haber sido la responsable de la conversión de su hijo. 

La oración que le dedica la Iglesia acaba así: “Rogad, Santa Mónica, para que todas las madres sepan abrazar con Fe el sufrimiento y el dolor, asuman sus hijos con coraje, como instrumento de santificación para las familias, y para su propia santificación. Amén”. 

Gran ejemplo, como podemos deducir el de esta santa cuyo esfuerzo y fe llegó a convertir a su hijo Agustín cuya juventud nunca fue edificante y que, tras su conversión fue capaz de pronunciar aquellas dos frases tantas veces citadas aquí. “Nos hiciste, Señor para Ti e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti”. Porque aún más: “Dios que te creó a ti sin contar contigo, no te va a salvar sin contar con tu colaboración”.

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