Opinión

Crónicas criminales

En estos días de profunda convulsión informativa me encuentro en casa, con reposo obligado, debido al catarro común que nos sigue visitando sin pedir el debido permiso. La verdad es que uno no acierta bien a qué atender, dada la gravedad de los delitos que se van imputando poco a poco, de las investigaciones hechas por algunos medios de comunicación (antes discrepantes y ahora coincidentes), o de las declaraciones de otros que dicen no saber nada de lo que se les acusa. Pero hoy no toca hablar de la culpa, tema ya tratado en días pasados, sino de los calificativos que se emplean para definir situaciones, actos o decisiones que afectan al conjunto de la sociedad. Entre ellos están los dirigidos en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados por la representante de la plataforma de afectados por la hipoteca, Ada Colau. Pues bien, esta chica que pocos conocían es ahora famosa por propinarle en las narices de los señores diputados y diputadas, y al propio representante de la Asociación Española de la Banca , que por sus declaraciones era un cínico, que no se podía de calificar de experto y que además era un criminal.

Llegados a este punto, hay para todos. El sistema económico se sostiene en el financiero, y éste en las políticas globales del país en cuestión. Sistemas comunistas han fracasado estrepitosamente y los sistemas capitalistas se sostienen exprimiendo a los que son más pobres y no tienen tiempo para pensar en otra cosa que subsistir. Las leyes se hacen para que los banqueros no sufran el menor riesgo, ya que todos saben que de lo contrario la crisis total está servida. Es por este motivo que la carga ideológica de explotar al más débil es mezquina y criminal. Hay muchas formas de aniquilar al ser humano, aunque solo se nos viene a la cabeza que el crimen se produce cuando alguien ha apretado el gatillo de un arma, o le ha asestado un sinfín de puñaladas mortales. Permítanme que difiera. La definición de crimen es más amplia, y entre sus acepciones se halla el “delito grave”. Dentro de esos delitos graves está el cierre de hospitales públicos, cuando son necesarios y las urgencias están colapsadas. No hablo de casos raros, solo hay que ver lo que ocurre en A Coruña. También denomino delito grave a la falta de atención de los niños con necesidades especiales en centros públicos, donde un solo orientador se ocupa de más de 600 alumnos en un mismo centro. Y los delitos se suman siempre a los débiles de este mundo que pierden su casa y ahora viven en la calle, o que se quitan la vida porque no encuentran razones para seguir viviendo esta locura de la injusticia social.

No obstante, en mi pequeña crónica de acciones y sujetos criminales, falta un detallito del que Ada Colau se ha olvidado y por el cual no tiene razón. Los delitos no los delimitamos los ciudadanos con nuestro “derecho natural”, sino los legisladores del Código Penal. Usted puede hacer lo que le venga en gana que, si en ese librito no está tipificado el delito que supuestamente haya hecho, nunca será condenado. En eso se ha equivocado la amiga Colau. En dicho Código Penal no está penado el mentir. Pues bien, el representante de la banca fue lo que hizo. Mintió al afirmar que en la ley actual no hay abuso por parte de las entidades bancarias y que el motivo de tantos desahucios no estaba motivado por dicha ley sino por la mala cabeza de los clientes de las hipotecas. Pero si alguno todavía no se han enterado de que a este mundo injusto no le interesa que los pobres vivan como seres humanos, solo tiene que echar la vista atrás y observar que las bolsas de pobreza siempre han existido y pocas veces nos preocupaban porque les echábamos las migajas. En este momento comienzan a ser un problema y me pregunto si será que cuando han crecido más de lo habitual y ahora la crónica criminal cobra algún sentido social. ¿Quién sabe?

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