Opinión

España aprovecha su potencial turístico

En la economía, aunque vaya bien, siempre es posible encontrar sombras. No solo en el presente, sino también en el futuro. A pesar de la desaceleración europea, la economía española ha demostrado su resistencia, respaldada por un mercado laboral en crecimiento y sectores como la hostelería, actividades profesionales y las comunicaciones, pero su eficaz aprovechamiento del tremendo potencial turístico del país es como la manta que a veces no llega para tapar los pies.

Ni hay turismo al mismo nivel todos los meses del año ni gastan tanto los turistas ingleses y alemanes si sus países tienen dificultades, como está sucediendo. Además, España debe disfrutar de su relativo buen momento, pero también debe prestar atención a la productividad y la evolución del consumo, ya que estos factores podrían afectar a su futuro desarrollo económico.

Según el avance publicado esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el PIB creció un 0,4% en el segundo trimestre. Y eso es lo que cuenta, a pesar de las subidas de tipos de interés y la dichosa inflación; tanto, que el mercado laboral ha seguido creciendo con fuerza, impulsado por diversos sectores.

¿Por qué algunos ven sombras? Sobre todo, porque hay una ralentización respecto al 0,6% de crecimiento en el trimestre anterior, revisado al 0,5%. Lo cierto es que el crecimiento interanual se situó en un 1,8%, en contraste con el 4,2% del trimestre precedente, que en parte reflejaba el fuerte rebote tras la pandemia de la covid-19. Por tanto, es algo coherente.

La inflación, entre tanto, ha mostrado una tendencia a la estabilización después de pasar por un periodo turbulento de fuertes incrementos de precios. Según el dato adelantado, publicado esta semana por el INE, en julio la inflación se situó en el 2,3%, cuatro décimas más que en junio.

Entre el buen tiempo, el aumento del empleo y las subidas salariales hay más alegría, de ahí la recuperación. Otra cosa es lo que pueda venir, ya que hay indicadores que anticipan una contracción de la actividad a nivel europeo para el segundo semestre del año, por eso tendría su lógica una cierta desaceleración del crecimiento.

De momento, el empleo se encuentra en su mejor nivel de los últimos 15 años, aumentaron las horas trabajadas, y las perspectivas del Fondo Monetario Internacional (FMI) también envían mensajes optimistas, con revisiones al alza del crecimiento para España y la eurozona. Toca, pues, lo de siempre: disfrutar un poco –especialmente en los sectores de comercio y hostelería, construcción, administración pública con educación y sanidad, e información y comunicaciones–, sin lanzar las campanas al vuelo. ¿Por qué? Entre otras cosas, por el estancamiento de la productividad por hora trabajada, en comparación con los niveles previos a la pandemia.

También hay amenazas para la inflación, que, si bien ya no es de doble dígito, sufre debido a los precios de los alimentos, afectados por la sequía, con una inflación subyacente –sin energía ni alimentos frescos– todavía alta, en el 6,2%. Desde el verano negro de 2022, cuando la inflación alcanzó un pico del 10,8%, los precios han crecido, pero han frenado su ritmo de subida. Es la noticia buena. La mala, la decisión de Rusia de suspender su participación en el acuerdo de exportación de grano, lo que podría traducirse en precios más altos. Parece un sinvivir. 

@J_L_Gomez

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