Opinión

Luces y sombras en la economía española

Yolanda Díaz, esta semana en Santiago.
photo_camera Yolanda Díaz, esta semana en Santiago.
Los pronósticos para 2023 y 2024 indican un enfriamiento debido a los altos tipos de interés y la contracción en la eurozona. Es esencial mantener la atención en la productividad y la evolución del consumo

El crecimiento económico en el trienio 2020-2022 aporta una noticia positiva, al superar las expectativas previas del INE. Así, el PIB aumentó en 1,3 puntos más de lo estimado, por lo que, según las cifras revisadas, la economía española recuperó su nivel prepandemia en el tercer trimestre de 2022. Es un logro destacable, al dejar atrás una recesión histórica derivada de la pandemia y producirse la recuperación en un contexto de ralentización en Europa.

En cuanto al futuro, los pronósticos recientes de la Comisión Europea y del Banco de España para los años 2023 y 2024 señalan que España se encuentra en una posición desafiante debido a factores como el enfriamiento económico en el contexto internacional, el aumento de las tasas de interés y la contracción económica en la eurozona. Estas condiciones adversas afectarán significativamente a España, pero aun así mantendrá su economía en una posición destacada dentro de la eurozona, con mejores perspectivas que Alemania, Francia e Italia.

Quiere esto decir que España se ha recuperado del hundimiento de su economía en 2020 y que ahora evoluciona con dificultades, pero no más que las de sus socios europeos. Si no se pueden lanzar las campanas al vuelo es porque existen sombras en el horizonte. Los pronósticos para 2023 y 2024 indican un enfriamiento económico debido a los altos tipos de interés y la contracción en la eurozona. Como observa el Anuario 2023 del Foro Económico de Galicia, presentado esta semana, aunque España ha mostrado resistencia hasta ahora, es esencial mantener la atención en la productividad y la evolución del consumo, ya que estos factores pueden afectar el desarrollo económico futuro.

Tiene su importancia que se descarte la recesión, al imponerse un crecimiento modesto, respaldado por la inversión, solo empañada por la desaceleración en el sector residencial, debido a los costes financieros. A su vez, las exportaciones, que desempeñaron un papel clave en el reciente crecimiento del PIB, podrían seguir siendo un impulso económico, aunque más comedido, ya que una contracción de la actividad en Europa en la segunda mitad del año podría afectar el crecimiento de España.

A pesar de la desaceleración europea, la economía española también ha sido respaldada por un mercado laboral en crecimiento, especialmente en sectores como la hostelería, actividades profesionales y las comunicaciones. El turismo ha sido un factor clave en esta recuperación, aunque la estacionalidad y el gasto variable de los turistas son desafíos constantes. El empleo se encuentra en su mejor nivel en 15 años, pero la productividad por hora trabajada sigue siendo un reto pendiente.

La desaceleración del crecimiento puede atribuirse en parte a la ralentización global y la inflación, que tras un período turbulento podría estabilizarse, pero manteniendo los precios altos a los que los españoles se han ido acostumbrando en los últimos tempos. Además, hay amenazas para la inflación, como los precios de los alimentos afectados por la sequía y la suspensión de la exportación de grano por parte de Rusia.

Todo ha sido más llevadero gracias a una política económica del Gobierno que ha incluido medidas para impulsar el poder adquisitivo, como la subida de las pensiones y el salario mínimo, así como la reducción de impuestos sobre ciertos productos. Pero esta política toca a su fin.

@J_L_Gomez

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