Opinión

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Esta frase es una de las muchas con mensaje que nos legaron hombres eminentes de las artes, ciencias y letras. Curiosamente esta no sabemos de quien procede por tratarse de autor anónimo. Y en este mundo lleno de disparidades, de circunstancias adversas, negativas, si nos ponemos a pensar concluiremos diciendo que esto no puede durar siempre, ni tampoco, ¡ojalá!, largo tiempo.


Así las cosas hoy, en España, estamos viviendo bajo nubes oscuras, intensas nieblas: crisis, paro, juventud sin ilusión, las calles con abundancia de pedigüeños, comercios que cierran con el cartelito: se vende, alquila, traspaso, pensionistas que están distantes de lo que previene el artículo 50 de la Constitución española, políticos corruptos en lista interminable y un largo etcétera.


Dicho esto y si el adagio -'no hay mal que por bien no venga'- se traduce a la realidad y no son solamente palabras que se pierden en el aire, volveremos a la situación que pudiéramos llamar normal, o sea, ante la crisis (abundancia); contra el paro (trabajo); contra la juventud sin ilusión (anchos caminos que compensen muchas horas de estudio); ante los pedigüeños (futuro en el que desaparezcan sin tener que depender de esa gran obra llamada Cáritas); ente el mal momento que atraviesa el comercio (volver a la normal actividad); contra la mezquindad de las pensiones (que vuelvan a actualizarse por encima del irrisorio porcentaje del 1 por ciento); y ante los políticos corruptos (una inmensa escoba para barrerlos).


Como apostilla, como epílogo de estas letras ilusionantes, pero con más parecido a un cuento de hadas que a la realidad, sirvan para expresar el fariseísmo de esos politicastros que en grave momento de crisis y altísimo índice de parados, se están embolsando cantidades mensuales superiores a los 9.000 euros (1.497.429 pesetas), a veces con cargos de escasa responsabilidad. Vistas las cosas así, cuando un político en su profesión habitual ganaba 100 y en política pasa a ganar 75, comenzaré a creer, pero la gran mayoría actúa al revés. Las cosas, sin eufemismos. Pero ya se sabe: 'A río revuelto...'

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