Opinión

La "nueva España" ¿necesita curas?

El último día del año 2022 dejaba este mundo ese gran “hombre de Dios” que fue Benedicto XVI. Para todos los católicos fue un momento, entre otras muchas cosas, para recordar lo vivido con él. Para quien escribe estas líneas quedará para siempre grabada en el alma aquella inolvidable carta que envió en 2010 a los que entonces éramos seminaristas y nos preparábamos para el sacerdocio en un momento de mucha confusión. 

En el mismo comienzo de dicha carta el papa alemán afirmaba: “En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: ‘Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas’. Yo sabía que esta ‘nueva Alemania’ estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al país, habría más que nunca necesidad de sacerdotes. Hoy la situación es completamente distinta. Pero también ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una ‘profesión’ con futuro, sino que pertenece más bien al pasado”. 

No cabe duda que España ha cambiado mucho en los últimos años. No es el momento de juzgar si para bien o para mal. Lo cierto es que nos encontramos en una sociedad muy distinta a la de hace muy pocos años y que no deja de experimentar profundos y rápidos cambios. Si preguntásemos a los españoles si esta “nueva España” necesita del servicio de los sacerdotes católicos quizás la respuesta mayoritaria fuese que no. Ciertamente para quien mida todo con criterios materialistas, escépticos y mundanos, no habrá necesidad de sacerdotes, porque en el fondo no hay necesidad de Dios. Lo curioso es que el ser humano, por más que intente acallarlo o negarlo, lleva impresa en el fondo del alma la “nostalgia de Dios”. En el silencio del corazón de los hombres y mujeres de esta nueva sociedad “sin Dios”, seguirán surgiendo las preguntas por el sentido de la vida, el origen y la meta de nuestra existencia, la búsqueda de la verdad y la necesidad del bien. 

Así continuaba la carta de Benedicto XVI: “Vosotros, queridos amigos (seminaristas), habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios (…). Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. (…) Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre”. 

También la “nueva España” tiene y tendrá siempre necesidad de hombres que, viviendo solo para Dios, vivan radicalmente para los demás en el ejercicio del ministerio sacerdotal. Esto es lo que nos quiere recordar, un año más, el tradicional Día del Seminario en España, que celebramos cada 19 de marzo. 

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