Opinión

José Ignacio Vegas Aramburu

La pasada semana mi amigo Carmelo Fernández Ibáñez, restaurador del Museo de Palencia y con el que inicié amistad cuando fue destinado al Museo Arqueolóxico de Ourense, me remitía una triste noticia. Era la esquela del arqueólogo vitoriano José Ignacio Vegas Aramburu, que había fallecido el 8 de enero del año que ahora estrenamos.  

Mi relación con Vegas fue fugaz, pero suficiente para guardarle un muy merecido respeto científico y  afecto que extiendo a toda su familia. Era el año 1980, cuando el Museo Arqueolóxico de Ourense organizaba contactos con otros equipos de investigación para formar a estudiantes y futuros arqueólogos que entonces colaborábamos con la entidad ourensana. En aquella etapa, José Ignacio Vega dirigía un proyecto de excavación en una necrópolis dolménica de la Sierra de Entzia, estribaciones de la sierra de Aralar, que hacía de límite entre las provincias e Álava y Navarra. Hacia ella partimos mi amigo y compañero de curso Xabier Perdiz Álvarez para incorporarnos a los equipos de excavación que, en aquella campaña, se repartía en dos monumentos megalíticos, el de “Itaida Norte” y el de “Burandi”. A mi me adscribieron al primero. Allí nos acogió todo el grupo de investigadores, acampado en una instalación minera en desuso y, con un cariño especial, el propio José Ignacio, su esposa Marisol y sus hijos Iñaki y Javier. 

Fue un orgullo para un alumno bisoño que quería llegar a arqueólogo, aprender con él y excavar el monumento megalítico de Itaida Norte, que había llamado la atención de numerosos investigadores. Descubierto por T. Aranzadi, J.M. Barandiarán y E. Bengoa, publicaron su hallazgo en 1921 -“Los nuevos dólmenes de la sierra de Entzia”- en la revista Eusko-Ikaskuntza-Revista Internacional de Estudios Vascos. Más tarde llamó la atención de J. Elósegui, J,M. Apellániz, T. de Andrés -que en el año 1994 formó parte del tribunal de mi tesis doctoral-, F. Galilea, o L.M. Torres, además de otros hasta que, finalmente, fue excavado entre los años 1978 y 1981 por Vega Aramburu, y publicado en número 12 de la revista Estudios de Arqueología Alavesa con el título de “Excavaciones en las Campas de Itaida (Sierra de Encia-Álava)”. Recuerdo con agrado las visitas que, en el tiempo libre, organizó al dolmen de la “Txabola de la Hechicera”, a la villa medieval de Laguardia o al yacimiento arqueológico de La Hoya, que en aquel momento excavaba A. Llanos Ortiz de Landaluze, auspiciado por el Instituto Alavés de Arqueología. 

Junto con Campas de Itaida, José Ignacio Vegas excavó otros yacimientos de entidad. Por sus temáticas, destaco los de San Juan Ante Portam Latinam, el dolmen de Los Llanos o el crómlech de Mendiluze, entre otros. Su actividad investigadora, además de numerosas publicaciones, le llevó a participar de entidades científicas como la Sociedad de Estudios Vascos, Aranzadi cuya finalidad es la conservación y puesta en valor del patrimonio científico, histórico y cultural del País Vasco- y la Real Sociedad Bascongada, presidiendo su comisión alavesa entre 1984 y 1986. 

José Ignacio, fue un buen arqueólogo y, también doy fe, una buena persona y excelente anfitrión. Su marcha deja un hueco irreemplazable en nuestra profesión, sobre todo entre los investigadores del Megalitismo, que contribuyó a dar a conocer en su querida tierra Alavesa. José Ignacio, “Sit tibi terra levis”.

Te puede interesar