Línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, nada más breve, más pragmático, más rotundo. La política no es una línea recta ni harto de grifa, al menos aquí.
Durante meses, entre señores que pasaban por allí, y otros que estaban desde siempre (a ver quién les enseña la puerta) la única melodía que se ha escuchado es la de ese eterno soniquete del ¨Vamos a acercar posturas”, y no posturas ideológicas entre partidos, no, posturas de intereses personales entre aquellos a los que nada les urge. o lo que es casi peor, se las trae al pairo que un acuerdo se produzca. ¨Y así del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro”, y aquí no hay encantos ni encantamientos, y parece ser que sí muchas ínfulas. ¡Lástima de centenario! Con Cervantes aquí no se hubiera llegado, Cervantes era un experto en la gente, y estos adalides de caballeros andantes de la política han demostrado nulo interés en las personas. Dicen que tan sólo una situación extrema hubiera llevado a un entendimiento entre las partes, como si a lo ya vivido estos años de miseria moral, económica e intelectual hubiera que seguir sumando argumentos.
Votad malditos, como si la esencia fuera votar hasta el infinito. Ahora se trata de invocar el postureo, una campaña de mínimos, dicen, en las que una nueva convocatoria, lejos de costar un dineral resulte casi gratis. La política no es esto, ni así, quien no ha sido capaz de seducir, ni de seducirnos debiera buscar otro oficio, esta callejuela es muy estrecha. Ayer escuché a un ex de la política desde la atalaya de una cátedra universitaria que no le extrañaría unas terceras elecciones de seguir empecinados en ciertos cismas insalvables. ¡Ay, la Universidad!
La política es tender puentes y no de boquilla, llevarse, y no llevar sólo prebendas y emolumentos no ganados. Política no es ejercer de chulos, ni chulear a la peña hablando de vieja o nueva política, política sólo es una, la de ser útil y servir a quien te ha votado, pero esa línea aquí no hay quien la una.
