Opinión

Las bicicletas son 
para el verano

Con la llegada del verano, algunas actividades lúdicas adquieren mayor protagonismo, pues el buen tiempo invita a ello. Es el caso de los “ciclistas urbanos”.

El uso de la bicicleta en las ciudades implica por parte de su usuario el respetar no sólo las normas de tráfico, que también les afecta, sino las pautas de convivencia. Y nos estamos refiriendo a aquellos casos en los que circulan por espacios que comparten con los peatones. En algunos tramos urbanos, los menos, existe un carril bici debidamente señalizado para que discurran por el mismo sin perturbar el deambular del viandante, pero no sucede así en la mayoría y es precisamente aquí donde el usuario de la bicicleta tiene que respetar esas normas y circular con cuidado, a no ser que opte por caminar con la bici de la mano.

Esto suele ocurrir en algunas vías urbanas con tráfico y donde el ciclista en vez de circular por la calle, lo hace por la acera, porque se siente más seguro.

La vía pública es un espacio de convivencia, ya lo hemos comentando en otras ocasiones, y que requiere la observancia de unas normas mínimas esenciales por parte de quienes comparten el mismo. Ser peatón conlleva el cumplimiento de esas pautas y más aún por parte del usuario de una bicicleta que opta, como dijimos, por moverse por el mismo lugar por donde transitan viandantes.

Y esto se aplica a los dueños de perros, como igualmente hemos aludido en otro artículo. Es en la calle donde queda de manifiesto la educación de la persona. Recordemos lo que se decía en una cartilla de urbanidad de principios de siglo XX, dirigida a los niños, cuando se hablaba del comportamiento en la calle: “El niño bien educado, en la calle, va por la derecha, pero saluda y cede el paso a las personas de mayor respeto y dignidad”.

Aunque parezcan unos consejos atávicos, hoy, en el siglo XXI, habría que recuperarlos, eso sí, adaptándolos a la nueva sociedad.

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