Opinión

La fiebre de los códigos éticos

Ahora a nuestra clase política, como de repente, le han entrado las prisas por regular su modus operandi en el ejercicio de sus funciones públicas y todas las instituciones están anunciando o aprobando sus respectivos códigos éticos.

Empezó el Gobierno central con la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, donde ya se habla de principios éticos y de actuación, y se dice que “mantendrán una conducta digna y tratarán a los ciudadanos con esmerada corrección”, además precisando que “no aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones. En el caso de obsequios con una mayor relevancia institucional, se procederá a su incorporación al patrimonio del Estado”.

Después, la Diputación provincial anuncia un “Código ético e de boa conducta para os cargos electos e o persoal ó servicio da institución", con el propósito de mejorar la calidad democrática, frente a la "erosión da confianza da cidadanía na actividade política”. O sea, mejorar la gestión de los fondos públicos con total transparencia y evitar desmanes como por ejemplo con los regalos, sean estos de cortesía o de cohecho.

Y a continuación, ha sido la Xunta de Galicia la que se sube al carro y su presidente, Alberto Núñez Feijóo, anunciaba a bombo y platillo su primer código ético, que afecta a miembros del Ejecutivo, altos cargos, personal eventual y de confianza, afirmando que pretende asegurar un comportamiento ético ante "lagunas o zonas de libre interpretación" de las leyes. Y en lo que atañe a los detalles de cortesía, en caso de que superen los 90 euros, tendrán que devolverlos, y si hay dudas sobre el valor, se remitirá a los servicios de inspección de la Xunta, que decidirán el destino del artículo. En cualquier caso, solo se aceptarán cuando sean obsequios oficiales, en actos públicos o de misión institucional.

Y por último, ahora es el Concello de Ourense donde se está considerando aprobar su propio código ético. Y es que precisamente a esta institución municipal le urge ponerlo en marcha. No ya por la polémica de los regalos, sino por el comportamiento de sus miembros que atentan contra la honorabilidad de cada cual, y donde hay imputados.

De todas formas, ya hemos comentado en orta ocasión que mal andan las cosas en el patio político, si para que estos representantes ejerzan sus funciones tienen que regular las mismas mediante códigos, cuando lo más fácil es actuar con decoro y honestidad, y esto no aparece en ningún texto. Es cuestión de la personalidad de cada uno que sepa obrar con ética.

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