Opinión

Laureles y arrayanes para el Barceló

Si uno no quiere que le vean desnudo debe taparse la cara, no los huevos. El tsunami Barceló arrampló primero con el mítico cartel que daba nombre al “Hotel San Martín”, más de Ourense que las Burgas, y ahora está desanclando también la marquesina que lo anexiona con la cafetería. Los vecinos del edificio, los del entorno, los ourensanos en general y la gente de buen gusto (óbviese la redundancia) nos sentimos vilipendiados. Es como si un estilista de la imagen, en aras de la moda, le recortara la barba al Santo Cristo de la Catedral.

Lo Vintage no está reñido con lo moderno. Los guiños al ayer hoy son tendencia de vanguardia. Valle Inclán, profundamente gallego y ostentosamente universal como el camino de Santiago, viajó a México ataviado con unas botas de veinticinco hebillas de plata para estar acorde con los descendientes de los aztecas; o tal vez porque México se escribía con “X”, una letra tan gallega como xamón, xesta o xacobeo. “Desdeñar a los demás y no amarse a sí mismo”, era su lema. Pero Valle Inclán era un impostor. Y respetaba. Y cuando no lo hizo, le cercenaron un brazo.

A los de Comisión de Patrimonio de la Xunta, que autorizaron la retirada de las letras del histórico “Hotel San Martin”, también habría que cercenarles algo, al menos las dietas. Por qué retirar un cartel tan enxebre como el pan de Cea. Por qué no hacerlo coexistir con el nombre del de la cadena hotelera: “Hotel San Martín- Barceló”, suena a mar Mediterráneo y río Miño. El Aeropuerto “Adolfo Suárez, Madrid-Barajas” admitió anexiones sin perder nombradía; y el de “Josep Tarradellas Barcelona- El Prat” honra a Barcelona, a El Prat de Llobregat y a un expresident de la Generalitat que estuvo en el exilio.

Coronas de laurel adornaban las cabezas triunfantes de los Césares romanos; qué mal habría en entreverarlas con hojas de arrayan: su flor blanca y olorosa ennoblecería la testa del conquistador. Salve, amigos de Barceló, “Auriense” (la ciudad del oro) os da la bienvenida. “Aquae urente” (agua hirviente) será vuestro negocio. No os avergoncéis de nuestra toponimia. Nada tenemos que ver con la venganza de Moctezuma. Pero yo, que vosotros, le daría una vuelta a todo esto. No vaya a ser que a todo Barceló le llegue su San Martín. “Habelas hainas”, las meigas, me refiero.     

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