Opinión

La Fuente de la Plata

Junto al impagable legado artístico con que contamos los ribadavienses, tenemos también otros lugares que, vinculados a recuerdos del pasado, forman parte de nuestro patrimonio inmaterial: las fuentes. Contábamos en Ribadavia con un censo de manantiales urbanos que fueron el solaz inagotable de nuestros antepasados a través del tiempo.


La fuente Rastrada, la de la Levada, la de Santo Domingo, la de los Jardinillos, la de la Puerta de la Villa y la de San Francisco disputaban por barrios el caudal de su chorro y entre ellas la Fuente de la Plata, como su nombre indica, era la de corriente más argentina, el surtidor más generoso y de sabor inconfundible.


Citada ya en documentos del siglo XVII, fue su protagonismo indiscutible quien la colocó en nuestra Historia, con mayúscula, y la puerta de la muralla que se abría donde hoy está el peto de ánimas era conocida, por su proximidad, con los nombres de San Juan o de la Fuente de la Plata. Con el paso de los años y en medio de la indiferencia general, la mayoria de los caños citados se fueron taponando, pero el abolengo de la Fuente de la Plata la mantuvo, junto con la del ‘Pilanco’, fiel a sí misma. Pero desde hace dos meses, ante la pasividad del ayuntamiento y el pasotismo del vecindario, un chorro mínimo y atoldado vaciaba de contenido al histórico venero.


Si a ello añadimos el cartel alertador que también luce el ‘Pilanco’, desaconsejando el uso doméstico de sus aguas, nos encontramos con que la capital del Ribeiro, la comarca de los tres ríos y múltiples regatos, apenas cuenta con una fuente pública donde los ribadavienses pueden ejercer su derecho más prioritario: el agua.


Mientras tanto, en Zaragoza, con la asistencia de las máximas autoridades, comenzó el espectáculo de la Expo bajo el lema de ‘Agua y Sostenibilidad’, y la corporación ribadaviense, indiferente a las carencias, se solidariza con el evento colocando carteles alertadores en ambos manantiales y, lejos de buscar la causa y solucionar el problema, sin agua ni sostenibilidad, le dice al vecindario: ‘Desculpen as molestias’.



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