Opinión

Conducta humana del futuro

En realidad, la conducta humana sigue pautas, modelos de comportamiento, formas culturales ya hechas, que facilitan para cada uno cómo llevar a cabo el despliegue de la propia existencia. Desde este punto de vista, la variación de la conducta humana del futuro, se centra sobre tres elementos que, en alguna medida, pueden variar, o más bien afirmaríamos que desde una perspectiva del mundo presente están variando. En primer lugar, hay que referirse a la variación de los modelos de comportamiento, fundamentalmente a la variación de los valores. En segundo lugar, a la variación de los mecanismos de transmisión de los modelos y de los valores. Y en tercer lugar, a la variación de los modos de los modelos de comportamiento.


Respecto a la variación de los valores, Saint Simon, afirmó que la política había dejado de ser el gobierno de los hombres para convertirse en la administración de las cosas. Se trata, pues, de una frase que, en gran medida, crea el futuro, el futuro que es nuestro presente.


Dicha afirmación implica, desde luego, la primacía de los valores instrumentales, técnicos, económicos, o materiales en términos generales. La primacía en el mundo de la política, de la tecnocracia, de la orientación hacia una política de consumo, o sea el desplazamiento de los valores propiamente humanos. Desplazamiento de aquellos valores que se refieren al mundo de los afectos, al mundo de los valores éticos, estéticos, de solidaridad, etcétera. En último término, este pensamiento de Saint Simon, vendría a resumirse en la tesis de un sociólogo alemán, Ferdinand Tönnies, en el sentido de que los valores societarios o las formas societarias predominan siempre sobre los valores comunitarios. Quiérase o no, son muchos los signos actuales que indican que los términos de Saint Simon se están invirtiendo. En gran manera los acontecimientos de los últimos años, el nacimiento de la contracultura, están demostrando claramente que existe una emergencia de los valores humanos.


En el actual momento histórico lo que encontramos, junto a la crisis de la cultura, es una escisión entre el sistema de valores que se considera vigente y las formas de comportamiento de quienes, diciendo creer en dichos valores, muestran otros en sus vidas cotidianas.


En nuestra sociedad, no en la española solamente, sino en todo el mundo occidental, existe un orden de valores que se dice ser aquel en que la mayoría de las personas creemos, pero que a la hora de las conductas efectivas es concienzudamente incumplido. Parece producirse una cierta hipocresía o falsía en este hecho, aun cuando no pretendamos emitir juicios morales, sino tan sólo señalar su existencia, y en el que los modos de comportamiento de un sistema de valores no han llegado a ser, efectivamente, modos de comportamiento incorporados a la personalidad de los individuos, aun cuando la personalidad sea el resultado del cultivo de la persona en un sistema cultural. Sea como fuere, el cultivo de los individuos se hace desde dentro de un sistema de valores. Y sea malo o bueno, existe un cierto paralelismo entre sistema de valores y personalidad. Aun cuando no basta que los individuos estén configurados, informados, por ese sistema de valores, sino que es absolutamente imprescindible que su conducta se adecue a ese sistema de valores, precisamente.


La evolución que sigue nuestro tiempo consiste en la demanda por una mayor autenticidad. Aun cuando no toda autenticidad declarada sea una autenticidad real. En ocasiones, la autenticidad declarada puede ser un paso intermedio entre el descubrimiento del propio fariseísmo y la asunción real de una postura real auténtica.


Hablar de la conducta humana del futuro para cualquier persona, es llevarla a la vinculación con todas sus comunidades de origen, y, por consiguiente, a la vinculación con la comunidad nacional, o comunidad natural, porque el fortalecimiento de las raíces históricas y culturales será la base del fortalecimiento de la propia identidad personal.

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