Opinión

La limpieza del océano


Realmente, los países en desarrollo, por su creciente industrialización, se están convirtiendo en un factor de contaminación S i bien el estado de salud del océano no es tan catastrófico como lo vienen pintando algunos autores favoritos del gran publico, no podemos permitirnos una complacencia excesiva sin arriesgarnos a caer en un desastre.


Bastará simplemente con tener presente que el océano no es un receptáculo infinito donde arrojar los desperdicios que genera el hombre sino un sistema viviente, y que como tal debemos tratarlo simplemente.


Sea como sea, los usos económicos del océano dependen de cosas tan básicas como son su gran superficie y volumen, junto a las propiedades físicas y químicas del agua marina. Sustenta, desde luego, un entramado alimentario complicado que empieza en la fotosíntesis e incluye los peces que los seres humanos encontramos sabrosos y nutritivos. Por otra parte, su opacidad a la radiación solar lo hace oscuro, y esto, junto a su volumen enorme, alienta la ocultación en él de cualquier cosa, desde desechos hasta submarinos nucleares, nada menos.


Ahí tenemos los vertidos de barcos petroleros. Sigue constituyendo un grave problema ecológico. Creciente, ya que una vez que el petróleo ha sido derramado es casi imposible retirarlo o contenerlo. Debido principalmente a que el petróleo y el agua nunca se mezclan; en realidad, cantidade incluso pequeñas se propagan sobre la superficie oceánica extendiéndose, sin ningún reparo, sobre las costas.


Por supuesto, como se ha comprobado, los intentos de aplicar tratamientos químicos o de sumergir el petróleo pueden afectar a la vida marina o a los ecosistemas de las playas.


Respecto al mar abierto, la visión suscitada por las fotografías de las playas y aves cubiertas de petróleo con motivo de la catástrofe del ‘Prestige’, y otras similares, por desgracia, resultaron muy dramáticas, confirmando así lo que se había pensado desde el principio.


Hay que reconocer que la limpieza de las playas y acantilados dieron mucho trabajo a determinadas autoridades y voluntarios de todo el país. Así como un elevado gasto -y que pese al tiempo transcurrido todavía no ha sido compensado por quien corresponde-.


Por otro lado, no todas las fracciones más ligeras del petróleo se evaporaron con la rapidez que era de esperar. También se descompusieron químicamente, con lo que el daño causado al medio ambiente marinero fue mayor que el que nos habíamos imaginado al principio. Pese a todo, el mar abierto está bastante bien, pero algunas aguas regionales, zonas costeras y aguas interiores se hallan, quiérase o no, en condiciones mucho peores, afectadas por diversos tipos de contaminación. Por quien corresponda, deberían adoptarse cuanto antes las medidas pertinentes.


Realmente, los países en desarrollo, por su creciente industrialización, se están convirtiendo en un factor de contaminación. Es importante establecer niveles de base porque sin parámetros nos sabemos donde estamos. Saber que uno tiene ciento dos grados de temperatura no significa nada a menos que uno sepa cuál es la temperatura normal.


La COI está tratando de comprender el funcionamiento de los océanos como sistemas vivientes, de modo que cuando observamos que se produce algún hecho particular como la ‘eutrofización’ (pérdida de oxígeno) podamos reconocerlo, interpretar las señales de peligro por medio de nuestro sistema mundial de monitores y adoptar rápidamente las medidas necesarias.


Sin embargo, si el mundo continúa actuando sin discriminación, arrojando material a los océanos sin la menor reflexión o alterando sus procesos naturales, la humanidad se verá, sin duda, en grandes dificultades.


Los océanos pueden y deben recuperarse, pero revertir el proceso significa hablar de cientos de años.


Te puede interesar