Opinión

Pocas cejas

Si uno se adentra en el mundo de los deportes, puede verse sorprendido por la forma en que sus locutores y cronistas de la radio o de la televisión refieran determinadas hazañas atléticas que presencian, en especial las relativas al fútbol. Si se trata, pues, de un portero o guardameta de un equipo de fútbol -a quien a veces dan también el nombre mitológico de cancerbero- se nos dirá en voz alta, que estuvo seguro o inseguro ‘bajo los palos’ refiriéndose naturalmente a la portería de que es ‘titular’, que no son sino uno, porque los dos laterales, sea como fuere, no cuentan, ni pueden contar, si hemos de emplear, como se acostumbra, la preposición ‘bajo’.


Los mismos locutores y cronistas de turno que, como tales, suelen tener vocación histórica, nos recuerdan el partido jugado precedentemente por los dos equipos que acaban de concluir su actuación futbolística y se referirán a él como la edición anterior y que, por supuesto, nada tiene que ver un partido de fútbol con las artes gráficas que conocemos.


En realidad, esta imagen de edición se extiende de manera muy rápida a otras esferas y se utiliza a todas horas para referirse a congresos, exposiciones, reuniones importantes, con gran enfado de las personas intransigentes, precisamente, en cuestiones de lenguaje.


Por otro lado, y recordando a don Luis, ingeniero capilar, nos viene a la memoria una persona que fue repartidor de pizzas (esos motoristas que cumplimentan los encargos a todo meter), se autotitula: ‘que forma parte del departamento de una gran empresa’. Otro, que ha sido basurero o limpiadora, ‘es un experto o experta en gestionar residuos’. Una empleada que algún día ejerció de azafata en un congreso o asamblea importante, ‘ha colaborado con instituciones europeas’. Y si has vendido cromos en el colegio, eres ‘comercial de venta al detalle’.


Por todo ello, y sin más, hay que reconocer que vivir es un privilegio y debemos hacerlo de la manera más feliz posible como, sin duda, lo efectúan alegremente las personas que anteceden. La vida consiste desde luego en cuatro días y dos salen nublados, pero no debemos pasarla quejándonos constantemente. Es necesario ser, en todo momento, optimista y tener ilusiones.


Y, finalmente, para que se compruebe lo fácil que es deslizarse de unos conceptos a otros y aun errar dentro de uno de ellos, nos ha llamado poderosamente la atención lo que consta en el texto de un requerimiento efectuado por un juzgado de Vizcaya. En él, el juez llama a declarar a un individuo en paradero desconocido, y junto con otros datos personales, da en esta forma las señas físicas del requerido: 1,60 metros de estatura, orejas grandes, pelo canoso y cejas poco pobladas. Pero al expresar esto último, el juez se pierde en los conceptos de lo pequeño y lo colectivo, y como si el número de cejas fuera variable y tanto pudieran tenerse dos o quince, dice textualmente: ‘pocas cejas’.


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