Opinión

También Napoleón era catalán

Ahora que empiezan los juicios de los separatistas catalanes, Artur Mas el primero, aleguemos como atenuante de su conducta que se sienten más importantes que los demás españoles porque ellos le aportaron al mundo figuras como El Cid, Leonardo, Espinoza, Colón, el Gran Capitán, Teresa de Ávila, Cervantes y muchos más.

Es lógico querer separarse de quienes les roban personajes así, y más ahora, que quienes revelaron su catalanismo, Jordi Bilbeny y Victor Cucurull, parece que han descubierto que Napoleón (1769-1821) también era catalán, pero usurpado por corsos y franceses. 
Desmienten así la historiografía universal, para la que era corso, y al historiador y catedrático Juan Granados, cuyo último libro, “Napoleón” (Nowtilus), describe en sólo 300 páginas al personaje y a las sociedades europeas del momento con una narrativa apasionante, con fuerza, agilidad, inteligencia y colorido.

Aunque Granados admite que al principio de su vida Napoleón era independentista corso con respecto a Francia. La tesis de Bilbeny y Cucurull podría venir de aquí.

Con Granados se descubre la humanidad y las debilidades de ese hijo de la Revolución francesa con una visión del mundo muy contemporánea y también la de un verdadero Imperator.
El Napoleón de Granados resulta más apasionante que cualquier libro anterior que muchos lectores hayan adquirido sobre el personaje, al menos escrito en español, y hasta se diría que es más que un fresco: es una gran película histórica que se ve en movimiento, fotograma a fotograma, conforme se lee.

Su único defecto es el ya enunciado: no acepta que era catalán, aunque la defensa de Artur Mas podrá presentar como atenuante el sentimiento independentista inicial del Emperador, según Granados. 

Pero Mas debe presentarse ante el tribunal mano en pecho, capa sobre levita de artillero y bicornio.

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