Opinión

A quién le importa

Hace unos días, una veterana colega con más años de servicio a la causa informativa que el Heraldo de Aragón y más guardias en todas las garitas que el capitán Trueno, me comentaba entre caña y caña, que este país que tenemos es ingobernable y que el caos que estamos viviendo no lo había visto desde que comenzó a ejercer el periodismo. Esta amiga del oficio las ha visto de todos los colores y ha practicado el oficio en todos los medios y en todas las situaciones posibles. Radio, televisión, agencia informativa, crónica parlamentaria, Sucesos, tertulias, entrevistas. Hasta Deportes ha hecho… Le falta contar lo que pasa subida en un globo, así que sabe mucho de esto. Jura que nunca ha visto lo que ahora está viendo y tiene razón. Parlamentarios que llaman prevaricadores a los miembros del Supremo o chanchullero a uno de sus magistrados, gobiernos regionales que se inventan leyes para evitar que uno de sus altos cargos sea desposeído por haber cometido delitos, diputados que no acatan las sentencias de los jueces, un Gobierno de la nación que dicta medidas tan contrarias a Derecho que se las tumba meses más tarde Constitucional y le obliga a anular todas las decisiones que se han tomado entonces y a devolver el dinero a los contribuyentes, partidos a los que se financia ilegalmente desde el extranjero, ejecutivos con sus dos vicepresidentas a la greña, coaliciones de Gobierno insultándose a voz en cuello en todos los medios, comunidades autónomas que se niegan a aplicar leyes aprobadas por el Congreso, ministros que arremeten contra las más altas instituciones de un Estado al que han jurado defender…

Uno, que también ha toreado en unas cuantas plazas algunas sin enfermería, comienza a preguntarse cómo vamos a salir de esta porque un escenario de erosión tan contumaz y permanente a los más elementales y necesarios pilares del Estado de derecho, a sus instituciones y a sus leyes nunca se había dado. La caótica situación, agravada por un elemento tan trágico como una pandemia que permanece entre nosotros aunque en muchos casos nos hayamos olvidado de su presencia, puede haber superado el punto de no retorno y convertirse en un hecho irrecuperable sea quien sea quien gobierne en los años siguientes. Estamos causando un daño terrible que probablemente ya no tenga remedio. Pero ahora mismo, ¿a quién le importa eso?.

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