Opinión

O Afiador: Lo que uno no tiene

Es inherente a la condición del ser humano el hecho de ambicionar aquellas cosas de las que carece. Los esquimales sueñan con sentarse al sol en el trópico, y los tuaregs piensan que la felicidad suprema habita en un iglú instalado en mitad del Polo. Los seres humanos del montón, que no habitan en paisajes límites como los que pueblan el Ecuador o los hielos eternos, se limitan a soñar con imposibles más discretos y mantener viva esa esperanza. Nadie se extraña con el común sentimiento de añorar aquello que se ha tenido y no se tiene. Un amigo mío, amaba entrañablemente una guitarra Fender Telescater que se perdió en el incendio del garito donde estaba tocando y, medio siglo después de perderla, su recuerdo era tan fuerte y tan entrañable que ha acabado por comprarse por correspondencia un kit milagroso que permite construirse una guitarra como la que perdió, pero en su propia casa como se construyen los muebles de la empresa sueca que todos conocemos y en la que todos hemos comprado.

La atracción por la carencia es tan fuerte que acabo de leer en un periódico la paulatina consolidación del movimiento monárquico argentino, y al tener noticia de semejante situación, uno se pregunta cómo es posible semejante cosa.

En 1816, el congreso de Tucumán proclamó la ruptura unilateral de las llamadas Provincias de Ultramar Unidas del Río de la Plata con la monarquía española, preámbulo inequívoco de la declaración de Independencia de aquellos territorios vinculados a la Corona. El monarca de aquel momento era un sujeto del que más valía desvincularse. Era el rey Fernando VII, y uno entiende que los 29 diputados reunidos en la capital San Miguel, hicieran todo lo posible por romper con un personaje que unos años más tarde, en 1822, sometió a torturas y colgó del palo más alto a un número no bien calculado de sus súbditos, compatriotas del monarca que no pedían otra cosa que el respeto a la Constitución que el propio rey Fernando había jurado defender.

Por eso, cuenta creer que crezca un movimiento argentino que quiere proclamar rey a Juan Valentín Urdangarín y desea nombrar reina madre a la infanta Cristina. Pero esto es como todo. Basta que uno no lo tenga para que lo desee con toda su alma. Incluso un rey.

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