Opinión

La asignatura pendiente

La educación es la asignatura pendiente de la Administración española gobierne quien gobierne y cualquier encuesta o estudio que se realiza ofrece como resultado el fracaso permanente de esta materia que no ha podido estabilizarse ni someterse nunca a un plan aceptado por todos, estructurado con sensatez y duradero. Estamos en un país en el que la investigación y la enseñanza no preocupan en general a pesar de los discursos políticos de unos y otros, y en el que los ministros del ramo suelen ser elegidos entre aquellos a los que hay que dar un ministerio y ya no quedan. Algunas veces se nomina sin la más mínima reflexión como ha ocurrido con Wert, y otras se procura que el adjudicatario del cargo tengo un perfil tan plano que la gente no se entera ni de que está en el ministerio. De una u otra manera, al que le toca el ministerio de Educación la tiene clara y el fracaso suele ser su leal compañero.

Según un último estudio publicado por la Academia de Clasificación de las Universidades del Mundo cuya sede está en Shanghai, ninguna de las universidades españolas está entre las cien primeras en una lista que capitanea Harvard como todos los años, a la que siguen Stanford y el Tecnológico de Massachussets. Oxford y Cambridge ocupan los puestos diez y once respectivamente. Entre las nuestras, la mejor es la de Barcelona que está en el puesto 150 y la Autónoma de Madrid que está en el 200. Teniendo en cuenta la aplicación de políticas educativas en nuestro país llevamos años recogiendo lo que sembramos y alentando la eterna disyuntiva que cada vez parece reforzarse más en la opinión de que lo mejor es que nuestros jóvenes se eduquen en el extranjero.

Desgraciadamente el problema no se inicia en la Universidad sino mucho antes y no es estrictamente en los claustros universitarios donde comienza la tragedia. Las carencias vienen de lejos y granean además en un ámbito de inestabilidad permanente con los cambios en los programas y el demencial hecho de que cada comunidad elabora sus propios planes de estudio lo que contribuye a volver locos a los adolescentes.

A veces, el culpable es el propio sujeto. Yo me he criado en uno de los colegios más justamente ilustres del país y, sin embargo, aquí me tienen. Prácticamente, un analfabeto.

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