Opinión

Bajada de impuestos

Los anuncio de una reducción del IRPF suelen producir reacciones contradictorias entre el pueblo soberano que recibe la noticia con ciertas dosis de pasmo. Unos se regocijan abiertamente y se dan a la satisfacción loando incondicionalmente el hecho, y otros aprietan el gesto y arrugan la nariz. Son la mayoría, todo hay que decirlo, porque lógico es preguntarse cómo a un ministro de Hacienda se le puede ablandar el corazón hasta el punto de abaratar los impuestos y a qué obedecerá una decisión de esta naturaleza teniendo en cuenta que nada hay ya gratis bajo el cielo del Señor y si se nos da por un lado se nos quita por otro gobierne quien gobierne y sea el titular del departamento de la ideología que sea.

En definitiva, la mayoría de nosotros y especialmente los que hemos respondido a la llamada de “Hacienda somos todos” con la conciencia tranquila y la certeza de haber cumplido con ella y el santo precepto año a año. A uno cuando le llega de arriba una noticia diciendo que algo se abarata, arquea el lomo, eriza el pelo y enseña los dientes aquejado de un súbito ataque de desconfianza.

Leí los periódicos ayer y encontré en ellos ese recado de Montoro afirmando que prepara para 2015 un IRPF con menos tramos como primer expresión de su anunciada reforma fiscal, modificación que expresará también y por tanto apreciables rebajas en la declaración sobre todo para las rentas bajas y medias. Así lo ha proclamado el ministro en una visita que ha hecho a Málaga, olé la grasia.

Pagar menos a Hacienda es siempre una noticia positiva que debe alegrarnos a todos pero es verdad también que la experiencia dice que hay que aceptar estas disposiciones con la prudencia y la entereza necesaria y sin echar a volar las campanas. Desde que el mundo es mundo los organismos recaudatorios de los estados estén donde estén han de cumplir una misión sacrosanta que consiste en recaudar como su propio nombre indica.

La experiencia dice que cuando los responsables de un equipo de fútbol están encantados con la actuación del entrenador y proclaman públicamente que no entra en sus cálculos prescindir de sus servicios, al susodicho le quedan semanas. Con el Fisco pasa lo mismo. Y cuando un Gobierno dice que bajo los impuestos, hay que temerse lo peor. Dicho queda.

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