Opinión

Bolinaga, bien gracias

Hace dos años, un juez de vigilancia penitenciaria concedió al etarra Josu Bolinaga la libertad condicional atendiendo a razones humanitarias. Supuestamente, este asesino convicto y confeso padecía un cáncer terminal y el magistrado accedió a liberarlo para que muriera en su casa concediéndole una gracia que el preso no consintió a sus víctimas, con las que acabó a tiros en plena vía pública. Los informes que en 2012 manejó el juez y que habían sido elaborados en el País Vasco, expresaban el convencimiento de que el estado del sujeto era de tal gravedad que no pasaría de un año, por lo que se recomendaba su puesta en libertad condicional para que el desenlace de un proceso irreversible no se produjera en prisión. Sin embargo, paso el año, y Bolinaga seguía tan fresco y de hecho las fotos nos lo mostraban entonces muy bien vestidito y tomando el sol en la vía pública. Tras superar esta frontera del primer año, el mismo juez de vigilancia penitenciaria que le había mandado a casa solicitó un dictamen complementario y le volvieron a informar que el etarra seguía muy malito, que su salud se mantenían igualmente precaria, y que no cumpliría un año más.

Milagrosamente sin embargo, superó este segundo diagnóstico y no contento con superarlo, lo hizo gozando de una forma física excelente. Embutido en un chándal de diseño, con el paraguas colgado del brazo y una gorrita de visera muy a la última que le otorga el aspecto digno que no merece, sigue a estas horas paseando por las calles de su pueblo natal sin que nadie le molestara lo más mínimo, y así han pasado dos años desde que le recetaron la huesa. Muy al contrario, el criminal se mantiene en buena forma, y no le ha dado la gana morirse. Ya se sabe que los de por ahí arriba son muy suyos y cuando se les mete algo en la mollera a chulos y cabezotas no les gana nadie.

Alguien podría sospechar que los informes de entonces estaban manipulados y así piensa el centenar de damnificados por este personaje feroz entre los que se cuenta Ortega Lara al que tuvo casi dos años encerrado en un zulo bajo tierra. Por fortuna, y a pesar de la desastrosa instrucción que hizo entonces Garzón quien cometió uno de sus característicos olvidos, a Bolinaga le ha saltado al camino un sumario inconcluso que le inculpa de un nuevo asesinato de otro guardia civil. Igual ahora, por llevar la contraria, va y se muere.

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