Opinión

La corona se recupera

Si he de ser sincero, a estas horas de la vida ignoro si estamos en un país monárquico como dicen unos, estamos ante un país republicano como dicen otros, o simplemente vamos con el que gana como pasa en otros aspectos y estoy empezando a sospechar. Las últimas encuestas otorgan a la Monarquía un insospechado aumento en el grado de aceptación y gusto general precisamente en el momento en el que las opciones de corte claramente opuestos a la continuidad de la Corona han mostrado un insospechado avance en las urnas que conducen hacia el desempeño de alcaldías en ciudades tan emblemáticas como Barcelona. Madrid, Valencia, A Coruña, Pamplona o San Sebastián.

Un año después de la abdicación de Don Juan Calos que otorgó el trono a su hijo Felipe, los estudios demoscópicos muestran un claro avance de la opción monárquica que recupera adeptos, se reivindica ante los españoles y apunta hacia la conquista del papel de primerísimo calidad que desarrollaba antes de las catastróficas consecuencias de un periodo en el reinado de Don Juan Carlos I que a punto estuvo de acabar con todo lo que se había construido desde el delicado asunto de la Transición.

Si, como opinan los expertos en esta materia, España no era monárquica sino “juancarlista”, ahora vuelve a recuperar ese extraño estatus político y social y torna a ser de nuevo un país no monárquico pero sí “felipista” o eso al menos dicen los resultados de las encuestas por mucho que el ámbito en el que se mueve en estos momentos el nuevo soberano es socialmente más complejo de interpretar que el que tocó en suerte a su padre aunque el de su padre fuera mucho más arriesgado y peligroso.

De lo que parece no caber duda es del acierto de Don Felipe que, arropado por un equipo bien construido y convencido de lo que había que hacer, ha ido desbrozando con buena mano y excelente oficio los múltiples entuertos que le ha ido dejando en el camino su irresponsable familia. Don Felipe se ha propuesto recuperar el tono de la Corona y lo está logrado. Es un rey próximo, sensato, espléndidamente formado y consciente de sus propias necesidades de modo que no le ha temblado la mano a la hora de tomar decisiones incluso las muy dolorosas como la de privar a su hermana imputada del ducado de Palma de Mallorca. Avanza por tanto el “felipismo”

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