Opinión

Diosas y dioses del verano

El verano suele acarrear el contumaz seguimiento en letra, voz e imagen de aquellos personajes que marcan tendencia y que se nos aparecen para desgracia, por todos los rincones hasta convertir su presencia en el vuelo de un boomerang que torna su simpatía y desenvoltura en hastío. Cada verano implica por tanto la consumación de un ritual que dispone y reparte los espacios para que sean ocupados por aquellas o aquellos que se lo han ganado por diferentes razones, la mayor parte de las cuáles siembran profundas dudas en aquellos que, como es mi caso, tenemos otros motivos pensantes. Hay en esta galería heterogénea que se disputa el favor bajo los efectos de la solana, personajes de todos los tamaños y singularidades, una fauna heterogénea y a menudo feroz que se mueve por las reglas que antaño regían en las estaciones del metro. Es decir, “antes de entrar dejen salir” aunque una vez instalados en los altares de la adoración popular muy raro es aquel que se digna en abandonarlo por decisión propia.

En este panorama repetido cada vez que se abre paso el estío, confieso que existen algunos de sus protagonistas que me causan un aburrimiento casi insoportable sobre todo si quienes desempeñan este papel se empeñan a su vez en mostrarse ante el respetable como crisol de todas las virtudes –belleza, estabilidad, felicidad, optimismo y desenfado- como han abanderado y siguen abanderando a estas alturas de curso Ana Belén y Víctor Manuel cuya trayectoria es tan condenadamente perfecta que no parece de este mundo. Su relevo generacional corresponde a la pareja formada por Paula Echevarría y David Bustamante, guapos hasta doler los ojos, ricos, simpáticos, ejemplares padres y parejas, modernos, campechanos, optimistas y pimpantes cuyas vacaciones veraniegas en arenas, buques de recreo y exclusivos garitos de playa sirven además para mostrar cuerpo, moda y complementos que supongo les producirá cuantiosos beneficios adicionales. Confieso que no puedo con Paula Echevarría y su divinidad andante. Tampoco pude con Ana Belén y con otras muchas abanderadas de la perfección y sus advocaciones mortales. Mañana hablamos de la duquesa de Montoro y Pepe Coronado que no está mal la cosa.

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