Opinión

¿Dónde está el centro?

Tal y como se está repartiendo la tarta ideológica del país y a tenor de lo que dicen y advierten las encuestas, muchos nos preguntamos cada vez con mayor angustia, dónde diablos ha ido a parar el centro. Leía ayer las reflexiones de una veterana analista política y del descalabro del PSOE culpaba a Rodríguez Zapatero precisamente por su afán, a su juicio incomprensible, de marcar distancias con los votantes de centro izquierdas a los que condujo irremediablemente a la abstención. El comentario sospecha que esa herencia envenenada que dejó en su partido el sujeto irresponsable que ha sido siempre este personaje ha conseguido que los socialdemócratas de corte europeo no voten a nadie y la izquierda más concienciada de los socialistas se haya pasado con armas y bagajes a Podemos, con lo que el ex presidente del Gobierno -al que sus propios compañeros impidieron presentarse a una tercera elección- consiguió crear el caos en un doble aspecto. Con los que trató de contentar con posiciones muy extremas y los que nunca cuidó precisamente por ello.

Es probable que el análisis de la experimentada comentarista esté en lo cierto pero los que hemos sido centrista de toda la vida llevamos mucho tiempo privados de un refugio que en los primeros compases del bipartidismo estaba razonablemente garantizado variando el sentido del voto según dictara la conciencia y la confianza de que se lo llevaría el que más lo mereciera. Hoy, la distancia es muy grande, la franja centrista se ha ensanchado y, paradójicamente, no hay nadie que la ocupe lo cuál no deja de significar una tragedia.

Es posible que los tiempos no estén para posturas contemporizadoras y es posible que los más eclécticos sobremos. Es posible pero no es seguro porque algunos seguimos pensando que ese territorio paradójicamente tan poco explorado en la actualidad sigue contando con adeptos que confiamos en la templanza, tenemos profundas inquietudes sociales, aspiramos a extraer las bondades de ambas orillas y recordamos que la opción funcionó en su tiempo hasta que llegó la tormenta y lo mandó todo a hacer puñetas. Seguramente sean falsas esperanzas y meros recuerdos.
 

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