Opinión

Dos visiones

Oltra no dimite y se basa en todo lo contrario que ha predicado siempre

El caso de Mónica Oltra narra, por desgracia, un comportamiento frecuente en el panorama político nacional que se manifiesta en muy parecidas circunstancias cada cierto tiempo. Vicepresidenta del Gobierno de la Comunidad de Valencia y consejera de Igualdad en el mencionado gobierno, Oltra, nacida en una pequeña ciudad del norte de Alemania hija de un matrimonio de emigrantes roto en el momento de su nacimiento, estudió Derecho al tiempo que se daba de alta en el Partido Comunista, e iniciaba una carrera política vertiginosa que acabó por convertirla en uno de los grandes referentes de la izquierda levantina. El problema sin embargo de ella y tantos otros militantes comunistas, fue el permanente baile de siglas a las que estuvieron sujetos a medida que su veterano partido se iba descomponiendo y obligaba a sus militantes a buscar alianzas y subterfugios para ir sobreviviendo. Casada con un educador llamado Luis Ramírez Icardi que prestaba servicio en un centro de acogida  del que actualmente está separada, una oscura situación detectada en el mencionado centro ha comenzado a amenazar su vida y su posición de privilegio. Esto es, su poder, su posición y su sueldo.

Hace algún tiempo, se inició la investigación de casos de posibles abusos sexuales en el hogar de acogida en el que trabajaba el ex marido de la vicepresidenta con resultados sorprendentes. Se demostró que el profesor Ramírez Icardi era responsable de este tipo de comportamientos con alumnado acogido –primordialmente  regido por iniciativa privada pero concertado con la Generalitat- y se sospechó que la consejería de la que Oltra era responsable había tratado de ocultar los hechos. Hace dos días, el juez instructor ha imputado oficialmente a la vicepresidenta  Oltra de tratar de soslayar los hechos con intención de ayudar a su marido a salvarse de la investigación. El ex marido fue finalmente declarado culpable de abusos continuados con una menor de catorce años y sentenciado a cinco años de cárcel, pero al parecer la instigación no ha acabado.

 A pesar de su imputación, Oltra, ha decidido que no dimite. Ha llamado fascista al abogado de la menor y afirma que es víctima de una cacería auspiciada por la derecha. Afirma que permanece por ética y por estética. Es decir, todo lo contrario a lo que ha predicado siempre aunque todo hace pensar que los hechos van a cercarla. Cacería o no, Oltra va a tener que responder de sus comportamientos.

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