Opinión

El nuevo argumento

El presidente del Gobierno en funciones ha ido camuflando la posibilidad de concesión de una amnistía hasta que ya no ha existido posibilidad de disimular porque la presión de los medios de comunicación y la demanda popular ha acabado anulando la persistente impostura. 

Me recuerda esta situación a la que se produjo en noviembre de 1989 y en los instantes previos a la caída del muro de Berlín, cuando un periodista italiano le preguntó a un miembro del Politburó de la Alemania Democrática cuándo se harían reales los rumores que apuntaban hacia la libre circulación de ciudadanos de la RDA al exterior, y el alto funcionario, sorprendido por la pregunta, contesto que por lo que él sabía, desde ahora mismo. Nada más pronunciar aquellas palabras, los policías de control dieron un paso atrás, la gente comenzó a cruzar al otro lado de forma masiva, y al día siguiente, la pared se derribó a mazazos.

Aquí ha pasado lo mismo, Pedro Sánchez ha ido capeando como ha podido todos los temporales que le han ido llegando en su momento sin permitirse pronunciar ni una sola vez la palabra proscrita hasta que alguien le ha puesto en la necesidad, ya no hay disimulo posible y ya está armado el lío.

La estrategia se ha puesto en marcha y los estrategas lingüísticos de Moncloa se han colocado el mono de trabajo que la ocasión lo requiere. Y ya han articulado un discurso que lo han comprado todos los fieles menos Page que ha decidido no tragarse ni media y mantener, al contrario de la corriente mayoritaria del partido, que ésta es un actuación inadmisible y que nada hay que pueda disculparla. El obligado argumento es que la amnistía es necesaria para que el gobierno de progreso siga porque eso es lo mejor para España. Es, en verdad, un sustento muy débil e incluso muy mentiroso pero ahora vale todo con tal de sacar adelante una exigencia sin la que el prófugo Puigdemont se niega a otorgar a Sánchez el apoyo que necesita.

Sospecho que muchos votantes del PSOE se estarán preguntando a estas alturas a quién han otorgado su voto y para qué ha valido en su momento. Por eso, lo más razonable sería preguntar su opinión sobre esta amnistía a todos los españoles. Y que todos los españoles en edad de decidir, decidan.

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