Opinión

Historias a la francesa

Dicen que la tortilla de patatas la inventó una buena mujer cuando se encontró con que no tenía nada que ofrecer al caudillo de los ejércitos del pretendiente don Carlos acampados en las inmediaciones de su caserío en plena montaña. Frió con aceite de alcuza en una sartén de hierro las patatas con las que tradicionalmente alimentaba a sus cochinos, batió una docena de huevos de sus gallinas ponedoras, y lo cuajó todo en la misma sartén. Dicen también que el bronco Tomás de Zumalacárregui se chupó los dedos y mandó que se adoptaran las patatas como alimento de la tropa. Paradójicamente, las había traído Colón de las Indias pero nadie había hecho de ellas el menor caso salvo un francés muy fino e ilustrado llamado Antoine de Parmentier que las incorporó a la dieta de sus compatriotas medio siglo antes.
Si a aquella honorable paisana de la montaña euskalduna se le hubiera ocurrido servirle a Zumalacárregui las patatas de los cerdos guisadas a la usanza que predicaba monsieur de Parmentier, cabe suponer muy acertadamente que habría dado orden de que la fusilaran allí mismo y en su presencia. El afamado nutricionista francés prefirió escaldarlas, pisarlas con sal, pimienta y nuez moscada, y aclararlas con leche y queso rallado, una mamarrachada gabacha supongo yo para un general de pelo en pecho y boina roja, que peinaba unas patillas que le llegaban hasta la empuñadura del sable. Si Zumalacárregui se entera de que hay sujetos que hoy la deconstruyen para convertirla en un sorbete cremoso no se contentaría con fusilarlos, sino que los ataría a la boca de los cañones y dispararía con ellos atados, una práctica que dicen usaron los carlistas en aquellas guerras decimonónicas que eran de lo más salvaje. 
Sepan ustedes que lo que se ha acabado llamado mayonesa es una preparación tradicional en todo el Nordeste de España, desde Cataluña y el Levante a Baleares, y que toma su nombre de la noble villa isleña de Mahón desde donde se la apropiaron los franceses como suelen hacer con su ecumenismo y sus zarandajas. Muchos franceses supuestos -quizá no lo sepan- no lo son de verdad. Chopin y Marie Curie eran polacos, Picasso, español, Simenon, Hergé, Adamo y Brel, belgas, Silvie Vartan, búlgara, Aznavour, armenio, Moustaki, egipcio, Ionesco, rumano, Beckett irlandés… y así. Como la mayonesa.

Te puede interesar