Opinión

Mascarillas fuera

La gestión de la pandemia, depositada por expreso deseo gubernativo en las administraciones locales, está produciendo tal sensación de desconcierto que lo suyo sería colocar diariamente en los medios de comunicación una infografía a doble página en la que los atónitos ciudadanos nacionales supieran a qué tienen derecho, cuáles son sus deberes, a qué horarios pueden acogerse, qué marca de vacuna les van a poner, y a hasta dónde llega la cuota de libertad a la que pueden aspirar en contraposición con los recortes que les rodean. No es fácil en estas circunstancias plantearse cómo va a ser su día a día y la idea de una página web que suba, baje, cambie de color, atice campanazos de advertencia o haga sonar sirenas cuando alguien, olvidando las cuarenta normativas vigentes, traspase las líneas rojas.

Emiliano García Paje –quien, por otra parte, ofrece una excelente imagen de servidor público sensato y prudente- ha lanzado al aire el mensaje de mascarillas fuera, mientras el primer ministro portugués –por poner un ejemplo próximo- maldice la situación creada por la final de Champion jugada en Oporto que enfrentó a dos equipos ingleses cuyas hinchadas llegaron a la cita como si lo de la pandemia fuera un mal recuerdo del pasado. Los seguidores de Manchester City y Chelsea se citaron en la noble ciudad portuguesa, y las filmaciones y las fotografías que nos han ofrecido de este evento nos dan cuenta de un escenario que se diferencia más bien poco del que estábamos habituados a contemplar antes de la plaga. Tíos medio desnudos dando voces con un vaso de cerveza.

No hace falta estudiar ingeniería para entender que estamos todos hasta la coronilla de este drama y que los datos que se manejan son buenos. Con sus correspondientes aunque poco comprensibles errores relacionados con la inoculación de la vacuna, el proceso funciona, la presión hospitalaria ha descendido, el veinte por ciento del país ha recibido al menos una dosis de la que le toca, y cada día hay menos fallecimientos. Por eso es comprensible también que nos estemos asomando a la luz. Pero no conviene perder el norte ni acortar por atajos porque el peligro no ha desaparecido. Cuando podamos librarnos de las mascarillas deberá ser porque podemos hacerlo. No porque lo deseemos.

Te puede interesar