Opinión

Mejor no decir nada

Escuchado como manda el deber, el primer discurso del nuevo presidente de los Estados Unidos que corresponde al acto público de toma de posesión de su cargo, llego a la conclusión de que los europeos estamos en general mal acostumbrados porque solemos exigir que nuestros gobernantes comuniquen algo con enjundia incluso en los actos más oficialistas, aquellos que no tienen más objetivo que cubrir el expediente. 

El de Joe Biden ante la puerta del Capitolio fue un auténtico compendio de lugares comunes, metáforas, vaciedades, imágenes poéticas y naderías que proclaman el liviano sustento ideológico y cultural del discurso político de los representantes públicos estadounidenses, cuya formación y trascendencia no aprueba ni de broma, pertenezcan sus autores al partido que pertenezcan. Biden es demócrata, la presidencia del republicano Trump ha sido uno de los periodos más tristes y nefastos de la historia del país desde la Guerra Civil, y el marco y la circunstancia pedían otra cosa mejor que este rosario de cándidas boberías sin pulso ni tensión con las que se descolgó el nuevo presidente. Biden se pasó más tiempo invitando a la oración y apelando a la santurronería que poniéndole las pilas a un pueblo dividido y sumido en la desventura que ha depositado en el nuevo presidente todas sus esperanzas. 

La desastrosa dialéctica de los políticos USA que suele  afectar a todos vengan de donde vengan, podría remendarse con cuatro toques sencillos. Los presidentes no pueden seguir usando en sus discursos el término América para referirse a los Estados Unidos, y deberían comenzar a separar sus creencias en materia religiosa de su ideario político. Es cierto que Biden es el primer presidente católico de los Estados Unidos desde John Kennedy y así le corresponde por su estirpe irlandesa. Pero en pleno siglo XXI y ante un panorama tan desolador, cumple más un mensaje enérgico y práctico que un canto místico.

Poco más. Y no estaría mal eliminar las actuaciones en directo, como la de un cowboy como Garth Brooks cantando a capela “Amazing grace” muy motivado pero con ligeras muestras de desafine. Eso lo hacemos nosotros y tenemos polémica para rato. Para escuchar lo que dijo Biden, vale más no escuchar nada.

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