Opinión

O Afiador: la cultura política

Al burdo error cometido en un acto público por el ministro de Universidades, Manuel Castells, confundiendo al escritor y profesor decimonónico Leopoldo Alas -que firmó su obra literaria con el seudónimo universalmente conocido de “Clarín”- con su hijo rector fusilado en el primer año de la guerra, añadimos ahora el disparate de José Hila, alcalde Palma de Mallorca, quien ha acreditado que desconoce la existencia de personajes tan esforzadamente dedicados a servir al país como los ejemplares marinos Federico Gravina y Cosme Churruca, quienes entregaron su vida durante la Batalla de Trafalgar en la que murieron luchando contra la armada británica mandada por el almirante Nelson que también pereció en el combate. Gravina, un napolitano de noble cuna y admirable competencia, renunció a su cargo de embajador de España en París para reincorporarse a su barco cuando se inició el conflicto con el Reino Unido, y Churruca era brigadier de la Armada pero desempeñaba el cargo de alcalde de su villa natal, Motrico en la costa de Vizcaya, cuando renunció a él para regresar a su barco.

Ambos personajes, fallecidos, en el puente de su embarcación durante el mes de octubre de 1805 el vasco, y en su lecho de convalecencia como consecuencia de las heridas recibidas recién entrado 1806 el napolitano, iban a ser privados de otorgar sus nombres a ciertas calles de la capital balear porque su alcalde determinó que había en ellos reminiscencias franquistas. El disparate es tan absoluto que el mismo alcalde ha frenado en seco el cambio de denominación aconsejado seguramente por alguien de su equipo con dos dedos de frente y un aceptable nivel de cultura general. El argumento esgrimido por el regidor se basa en haber bautizado barcos de la Armada durante la guerra civil. Lo más ridículo es que ambas unidades estaban atracadas en Cartagena y las dos se quedaron en el bando republicano.
Ministro y alcalde son sujetos que nos gobiernan y en sus manos estamos, lo cual produce enorme desasosiego. Lo peor no es por tanto que se dejen guiar en sus comportamientos por determinada ideología política. Lo peor es su grado máximo de torpeza e incultura que les empuja a cometer estas barbaridades. Eso es lo que realmente da miedo.

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