Opinión

La otra novela picaresca

Gran parte de los movimientos artísticos y literarios surgen como respuesta crítica a movimientos anteriores. La moda produce una sobreexposición de ideas que suele conducir a un enérgico proceso posterior que trata de encauzarse por el lado completamente contrario. Así, al barroco sustituye el neoclasicismo, al romanticismo sucede el realismo, y al oscurantismo sucede la ilustración. La novela picaresca es un bravo ejemplo de esta necesidad de producir corrientes de réplica capaces de acabar con todo lo anterior a lo que se considera manido, caduco y propio de vejestorios.

La novela picaresca es un género literario que brota como refutación al libro de caballería, cuya influencia se manifestó potente en fechas posteriores al Renacimiento. Se antojaba necesario acercar la obra literaria al entorno popular tras un largo tiempo de héroes hermosos, idealismo, amores platónicos, justas valerosas, doncellas fascinantes y hazañas extraordinarias, y en contraposición a estos paisajes ideales comenzó a desenvolverse un escenario radicalmente distinto y necesariamente pegado a la cruda y dura realidad del momento. A la cárcel, al delito, y especialmente al delincuente, que es quien, con frecuencia, narra su propia historia, y con idéntica frecuencia se arrepiente en ella de sus comportamientos. Fue un género estrictamente español y nos ofreció personajes impagables como aquel Lázaro de Tormes de autor anónimo, Guzmán de Alfarache que escribió Mateo Alemán, o aquel don Pablos cuya vida y milagros se inventó Quevedo. Todos ellos reales como la vida misma, y tan despegados de la estirpe de caballeros como apegados a la arrastrada existencia de tramposo, bigardos y menestrales.

Echando un ojo a este país, caben muy pocas dudas de que este es un género propio e intransferible. Y que no solo está en las páginas de los clásicos sino en pasajes de la vida cotidiana. Sospecho que la fulminante decapitación de Ábalos tiene todos los ingredientes de una estrategia para tapar el molesto anecdotario de una novela picaresca. Un argumento de tapujos y breves componendas le ha podido costar al ex ministro el puesto.

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