Opinión

Perdió Campo Vidal

Escriba lo que escriba, voy a repetir alguna de las miles de opiniones que llenan hoy las páginas de los diarios y los espacios informáticos que han entrado a saco en el universo mediático para convertirse en alternativa de los soportes tradicionales. He pasado la vista por una gran parte de ellos y he encontrado reflexiones, juicios y análisis para todos los gustos. He dado una vuelta por el exterior y también allí hay interpretaciones varias como corresponde a un debate cara a cara en el que lo más normal y natural es que gane, en general, el que cada uno desearía que hubiera ganado. En Ferraz se han quedado muy satisfechos al comprobar cómo el chico de la casa se liaba la manta a la cabeza y se convertía en un torbellino faltón y en ocasiones descoordinado, que no daba respiro a su oponente, que le cortaba las salidas, le interrumpía permanentemente y se reía en su cara con ese gesto desagradable que Pedro Sánchez ya mostró en el debate a cuatro y que no le va a valer de mucho en el caso en que gobierne. En Génova estarán contentos con el Mariano pausado y aburrido las más de las veces, que puso el acento en los logros económicos, que observó a su rival con gesto de conmiseración, no quiso entrar al cuerpo a cuerpo y que solo reaccionó cuando se sintió ultrajado. En mi opinión, Sánchez decidió encharcar el campo desde el principio y jugársela al dado de la corrupción se debatiera lo que se debatiera, mientras Rajoy se dejó ir, se pasmó en la conversación y dio la impresión de sentirse ya prácticamente amortizado.

Pero si Sánchez condujo la conversación al terreno del cuerpo a cuerpo procurando morder fuerte y no soltar el bocado pasara lo que pasara, el culpable de la situación no es el candidato socialista que necesitaba liarse a dentelladas para recuperar vuelo, sino un moderador que desde el primer momento renunció a moderar, se arrebujó en su asiento, se echó un sueñecito, e interrumpió su sesteo para lucirse cuando le tocaba plano.

Manuel Campo Vidal fue un mal moderador y un convidado de piedra que parecía fruto de un trasplante de tiempos pasados. Ni impuso criterios, ni fue justo en los tiempos, ni hizo valer su autoridad, ni exigió que se debatieran los temas que él mismo imponía especialmente con Sánchez. Si en la silla de Campo Vidal se hubiera sentado un soldado de la Guerra de las Galaxias hubiera sido lo mismo. Tenía además la misma cara.

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