Opinión

¿Qué buena noticia?

Pesimista por naturaliza o quizá y con más propiedad, realista por experiencia, sospecho que la bondad de estas notas no obedece a una mejora en el nivel de conocimiento

Los resultados ofrecidos por las pruebas de Selectividad en este año en el que el país se recupera trabajosamente de la pandemia padecida –y que ninguno de los expertos considera en modo alguno superada- nos deparan un nuevo escenario de expectación y esperanza. Se han mejorado considerablemente los resultados anteriores: un 13% más que el año pasado ha conseguido aprobar y los sobresalientes crecen hasta cotas inimaginables, en torno a un 85% si no mienten las cifras ofrecidas por el ministerio de Educación. En Galicia por ejemplo, 14.065 alumnos han aprobado en 2021 frente a los 12.175 que superaron la prueba en la anterior convocatoria, dos años en blanco de por medio como consecuencia del maldito virus. Un 15% más.

Pesimista por naturaleza o quizá y con más propiedad, realista por experiencia, sospecho que la bondad de estas notas no obedece a una mejora en el nivel de conocimiento de nuestros bachilleres sino a una dulcificación en las materias planteadas para el examen y un criterio más benévolo en la valoración de las pruebas. Los resultados obtenidos por  la población estudiantil nacional estaba siendo desoladora en estos últimos años, y hemos estado ocupando los puestos del vagón de cola europeo en materia de aprovechamiento escolar y conocimientos, por eso no es vano suponer que se han tomado cartas en el asunto desde los propios ministerios competentes para mejorar en la medida de lo posible una cifras que ponían los pelos de punta y nos estaba condenando año tras año a estar entre los más zoquetes del continente.

La experiencia dicta que en España las sucesivas modificaciones en los planes de enseñanza no solo no han cumplido las intenciones de bondad previstas sin que han derivado en todo lo contrario. Los últimos retoques instruidos por la señora Celaá han supuesto un debate rabioso y han abierto un panorama incierto. Estos planteamientos recientes parecen empeñados en acortar las materias y abaratar las condiciones de esfuerzo y trabajo de los estudiantes lo cual, a juicio de muchos colectivos de expertos, no conduce a otra cosa que a enmascarar fracasos y preparar peor a los alumnos para su futuro fuera  de las aulas.

Yo también lo creo. Creo que el “buenismo” aplicado a la educación es un error gravísimo y un sin sentido que se pagará caro. Ya veremos.

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