Opinión

Solo un club, pero el mejor

El Real Madrid es un equipo, por el momento, imbatible

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, milagro es un hecho no explicable por las leyes naturales que se atribuye a una intervención de naturaleza divina. Si bien es verdad que en una segunda acepción se admite la posibilidad de aplicar el término a una cosa rara, extraordinaria y maravillosa, ninguna de estas definiciones corresponde a lo que el Real Madrid ha dispuesto para conquistar la Orejona número catorce de su historia. Al contrario del Club de Fútbol Barcelona que se atribuye un rango superior tras titularse “mens que un club”, el Real Madrid no es ni aspira a ser otra cosa que un club de fútbol. Eso sí, el mejor del mundo.

Por tanto, este club de fútbol que no reparte dividendos y cuyos propietarios son sus socios, lo único que ha hecho para obtener una nueva Copa de Europa -con la que dobla en número de conquistas a su inmediato perseguidor el Milán- es aportar a la pugna un abanico de virtudes con las que otros, aparentemente más poderosos, más ricos y con jugadores de mayor calidad, no cuentan. No son dignidades de corte sobrenatural sino valores terrenos,  adquiridos a lo largo de un siglo y pico de existencia y transmitidos de generación en generación. Virtudes todos ellas tan aparentemente vulgares como admirables y tan necesarias como el trabajo, la dedicación, el compromiso, la voluntad, el tesón, el compañerismo, la dignidad, la honestidad, el valor, el sacrificio, la solidaridad y el deseo. Poca cosa en realidad pero suficiente para hacer del Real Madrid un equipo de fútbol por el momento imbatible.

Aplicar la condición de milagro a una campaña ejemplar que ha aportado a las vitrinas del club una Supercopa de España, una Liga ganada con trece puntos de ventaja sobre el inmediato seguidor, y la Copa de la Liga de Campeones de la UEFA número 14 de su palmarés es menospreciar el comportamiento de una plantilla ejemplar conducida por un excelente cuerpo técnico, cuyo comportamiento ha deparado noches gloriosas y ha sublimado la admirable condición de que el Madrid nunca se rinde. Pero no solo no se rinde sino que juega. Juega mucho, mete muchos goles –Benzema más que nadie- y recibe pocos como bien saben conjuntos algunos supuestamente superiores. Lo han padecido Inter, Sheriff, Shaktar, PSG, Chelsea, Manchester City, y Liverpool a todos los cuales se ha pasado por la piedra. El secreto de todo esto es que no hay secreto. Solo grandeza.

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