Opinión

Los súper personajes

La Historia de este país cuya continuidad como tal está en peligro cierto como lo está la del lince, está llena de personajes atrabiliarios capaces de constituir por sí mismos apéndices más o menos afortunados de este devenir histórico. Algunas veces me he referido en esta columna al pasaje de nuestra aventura política en el que se hizo dueño de la situación un personaje de dudosa entidad intelectual llamado Luis Sartorius al que diversas carambolas terminaron aupando a la presidencia del Gobierno. Sartorius –que como se vio atosigado por las peticiones de la oposición decidió unilateralmente cerrar el Parlamento, se guardó la llave en el chaleco y gobernó a golpe de Real Decreto desde su casa- es uno de tantos sujetos de perfil histriónico y cultura escasa que, paradójicamente, se alzaron con puestos claves del cotarro político de los que han tomado nota ciertos y paradójicos personajes actuales. Qué decir de aquel disparatado Roque Barcia, auténtico cerebro de la revolución cantonal que puso en pie de guerra Cartagena en colaboración con un tal Antoñete que se vestía de almirante con sable y faja, y huyó de la quema tras secuestrar la fragata “Numancia” rumbo a Orán.

Miguel Ángel Revilla es uno de esos protagonistas de la Historia cuya verdadera entidad apenas se explica salvo ese aire de ficticio pasiego que le ha salido de pana. Emboscado bajo el tierno papel de hombre de pueblo que emplea en la gobernación los principios de la gramática parda, el presidente cántabro ha salido a flote de las situaciones más enrevesadas y así seguirá mientras los electores se lo permitan, a pesar de ciertos reveses como el de la cena y el puro en el que se le sorprendió mintiendo, a los que se está enfrentando últimamente y que empiezan a mostrar los síntomas ineludibles de una paulatino y comprensible desgaste.

La portavoz gubernamental y ministra de Hacienda María Jesús Montero es otro caso singular de progresión incomprensible porque representa uno de los caracteres políticos de cerrilidad de fondo y forma casi insuperable. Ahí sigue sin saber lo que dice y lo que es peor, sin que lo sepamos los demás. No porque no se le entienda que también, sino porque no tiene ni la más remota idea de la materia de la que se valerse. El país está lleno de estas caricaturas inapreciables que llenan de color la tranquila vida patria. Oriol Junquera, Villarejo, Bosé, Toni Cantó, Belén Esteban, Jorge Javier, Victoria Vera, Sergio Ramos, Grande Marlaska… Qué sería de la actualidad sin ellos.

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