Opinión

El instituto de Don Ramón

En el primer tomo de sus “Lembranzas do meu vivir”, Otero Pedrayo escribe un extenso capítulo, titulado “Os tempos do Instituto”, en el que recuerda a sus profesores, el hermoso edificio, el espacio dedicado a Biblioteca Pública Provincial situada en el piso alto, el Museo de Ciencias cuyo contenido se muestra hoy en los amplios pasillos del edificio, las aulas, las excursiones científicas a Ribadavia, al Monasterio de Rocas y otros lugares, y a sus compañeros de estudio con los que más adelante compartiría ideas, saberes y experiencias vitales. Los “tempos” del Instituto, entonces llamado Centro Provincial de Instrucción, comenzaron para él en 1898, con 9 años de edad, y finalizaron en 1904, con el Bachillerato acabado. 

Don Ramón cuenta la admiración que le causaban las cariátides y los imponentes atlantes de la entrada al edificio recién estrenado. “Significaba o imperio da metáfora”, escribiría años después. Su profesor más admirado sería don Eduardo Moreno López, catedrático de Geografía e Historia, al que describe como: “Feble, elegante a atractivo… profesor de ideas modernas e abondosa palabra… Durante cinco cursos fun o seu mellor discípulo, o que bebía emocionado as súas palabras”. A otros los recordaría así: “Don Marcelo, un sorrir fermoso de moi outo e un vento de manteos. Padilla, un fervellas de lentes críticos, e don Euloxio, señor tristeiro e fino, casi tan tristeiro como Mendiguchia, o profesor de Dibuxo co sombreiro artista”. Sobre sus compañeros Manolito Risco, Serafín Portugal, Xulio Carballo, López Aydillo, los hermanos Noguerol y otros, don Ramón confiesa: “Dende os primeiros días amei con amizade chea do medo de perdela aos compañeiros”. De todos ellos cuenta vivencias y sabrosas anécdotas. No puede olvidar don Ramón la potente presencia del Jardín del Posío: “Vexo aquel Instituto entre o Posío e a Iglesia da Trinidade… a carón do Posío, que coas súas árbores, cos seus macizos de roseiras é o xardín de Galicia que millor reflexa as variacións do tempo e unhas veces está triste e outras ledo”.

De alumno a profesor

Después de estudiar Geografía e Historia en la Universidad de Madrid, don Ramón aprueba la cátedra del Instituto de su ciudad, de la que toma posesión en 1921 ejerciendo la docencia y la dirección del centro hasta su depuración en 1937. Es esta una etapa de su vida de la que, al contrario que de sus años de alumno, apenas deja constancia. Juan Luis Saco Cid, alumno de don Ramón y posteriormente director del Instituto, cuenta cómo eran las clases de aquel gran orador: “Todo los días a chegada de aquel profesor xa maior -tiña cumplidos os 60 anos-, alto, forte, ben fateado, que tiña fama e para nós eran un sabio, e que, logo de saudar, puña o sombreiro por riba da mesa e comenzaba a falar. Don Ramón era iso, verbo, fala, oratoria, e as súas clases eran un continuado, belo e engaloiante monólogo, no que o profesor nos ía introducindo, deixándose develar, duns temas a outros, no mundo antigo, na cultura occidental, na creación da conciencia europea”.

Exactamente el 29 de enero de 1937, en plena Guerra Civil, se le abre expediente de depuración, lo que supone la separación definitiva del servicio y la baja en la cátedra de Geografía e Historia que había ocupado durante dieciséis años. Con él eran expedientados también Cuevillas, Xaquín Lorenzo, Ramón Fernández Oxea (padre de Ben-Cho-Sey) y Alfonso Vázquez Monxardín. El expediente incluía una multa de 10.000 pesetas que nunca fue abonada ni reclamada. Los motivos de este castigo estaban en el historial político de don Ramón como presidente del Partido Nacionalista Republicano de Orense y diputado en Cortes (1931) por el Partido Galleguista.

Expulsado de su cátedra y del Instituto de sus amores, don Ramón se sumergió en un silencio vivido entre Trasalba y la calle de la Paz hasta los años cuarenta, que comienza de nuevo a publicar artículos, en castellano, en distintas publicaciones, entre ellas La Región, echando mano de sus seudónimos: Santiago Amaral, Luis Peñanofre o Luis de Alba. El expediente de depuración estuvo oficialmente vigente hasta 1982, en que fue anulado. Ayer, en un nostálgico acto celebrado en Trasalba el director del Instituto que lleva su nombre entregó una copia de ese expediente a la Fundación del mismo nombre, junto con el magnífico expediente de estudiante de don Ramón que ha sido objeto de estudio de tres alumnas.

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