Opinión

Qué hacemos con la vieja cárcel

Llevamos años sin saber qué hacer con la vieja cárcel y últimamente el Ayuntamiento propone convertirla en edificio de oficinas, supongo que municipales. La idea no estaría mal si ésta fuera una ciudad con múltiples atractivos para vecinos y visitantes, pero como no es así, la idea municipal no deja de ser un tanto raquítica y poco ambiciosa. Algunas ciudades del tamaño de Ourense, por ejemplo Soria, acogiéndose a la tendencia de descentralizar los organismos públicos y repartirlos por todo el país, ha ofrecido al estado un edificio histórico para instalar allí el futuro Centro Nacional de la Fotografía. Algo así podíamos hacer con nuestra vieja cárcel: aprovechar su tamaño, su ubicación y su historia para hacer algo más ambicioso que un edificio de oficinas municipales.

Tampoco estaría mal crear allí el Museo de la Ciudad. Muchas ciudades lo tienen -Madrid y Nueva York, por ejemplo- y son muy visitados. Ourense tiene material suficiente para ofrecer un museo curioso e interesante. ¿Con qué se puede hacer un Museo de la Ciudad? Sin duda hay mucho material atractivo y con peligro de perderse. Por ejemplo: concentrar allí las numerosas colecciones de fotografías antiguas dispersas hoy por archivos, bibliotecas y coleccionistas. Existen magníficas colecciones particulares que corren el peligro de desaparecer en manos de herederos sin interés o por falta de espacio (ruedas de afilar, insectos, pintura, gaitas, juguetes, sellos y otros objetos curiosos). 

También se puede crear una buena biblioteca con temas de la ciudad para la que hay publicaciones suficientes. Puede incluirse la historia industrial de la ciudad que, aunque pequeña, tiene su enjundia. Me atrevo a decir que pocas ciudades del tamaño de Ourense tienen tanto informado y apasionado historiador local que aportan un material histórico formidable.

Es un proyecto trabajoso y ambicioso, lo sé, que necesitaría buen criterio, humildad y generosidad por parte de todos. De todos modos yo pediría un poco más de ambición para ese edificio que el de convertirse en oficina municipal o en hotel termal que solo disfrutarían unos pocos mientras se pierde la memoria de la ciudad y los visitantes no saben qué hacer mientras esperan la hora de ir de vinos.

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