Opinión

Emociones fuertes

El ser humano ama el peligro, siente la atracción del abismo, e incluso se pasa a la morbosidad de lo terrible. Sólo el miedo hace de represor y en ocasiones salva a quien voluntariamente desea exponerse al riesgo. El miedo: amplio campo, inabarcable y sin puertas. Por él entran, salen y se instalan sentimientos y terrores inimaginables. Hay quien cree en fantasmas, otros en el diablo. Los hay que aborrecen esto último, pero sienten el miedo a la representación del vacío.  Otros forman parte del grupo de los fóbicos. Fobia a los roedores, a las arañas, a los reptiles… Inquieta la soledad, se siente pánico entre multitudes, y se escapa de la oscuridad: naturaleza en la que nadie quiere entrar.

El miedo es un instinto atávico que paraliza o impele a huir. El miedo toma diferentes aspectos, porque se desconoce aquello que a veces el instinto intuye o la imaginación crea, pero los ojos no ven. Y esto es lo más atemorizante. El miedo era el rey del temor en las épocas en que no existía la electricidad. Se creía en vampiros, en hombres lobos, en presencias extrañas y sombras acechantes, hasta que la bombilla iluminó el escenario de lo imposible. Pero en el fondo, aún se cree en fenómenos que alarman los sentidos porque existe la necesidad de pensar que no estamos solos y se ignora quiénes pueden ser los otros.

De ahí el éxito continuo de las historias espeluznantes. El humano gusta de acercarse y experimentar el miedo que hace gritar en los momentos límites y acelera el corazón hasta ponerlo a punto de estallar. Son emociones fuertes, irrefrenables, y quien tiene el poder de transmitir y recrear los argumentos con los que se construye el miedo, encuentra la veta que lo hace de oro. Sin embargo, hay que tener cuidado. A veces jugar al miedo tiene sus consecuencias, como la del señor de sesenta y cinco años, de nacionalidad india, que murió de un infarto mientras veía la famosa película “Expediente Warren: El caso Enfield”, con estreno actual en los cines españoles. Quien sienta interés por lo paranormal, puede disfrutarla.

Quien no, puede aburrirse. Se dice que está basada en un caso real investigado por el matrimonio Ed y Lorraine Warren, demonólogo y vidente, respectivamente, quienes publicaron sus investigaciones, algunas de las cuales el cine compró y reprodujo en las pantallas del mundo con éxito arrollador.

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