Opinión

La repanocha

Andan alarmados algunos por aquello de los extraterrestres, que dicen altos responsables norteamericanos, como si no llegase ya con nosotros mismos. Que si se pasean sobre nosotros, que si aparecen o desaparecen, que si están aquí, allá o acullá. Que si son así o asao, que si son altos o bajos, esbeltos o bien rechonchos, que si hay que ver, y que estamos apañados… Pero ¡no tendremos en qué pensar! En algunos programas andan entusiasmados y les brillan los ojos, se enardecen y apasionan, se quitan las palabras de la boca como si fueran pan. Igual, dicen, aparecen los extraños en el aire, como en la tierra, o el mar. Resulta que están en todos los sitios habidos y por haber. ¿Estaban ya, vienen del pasado, o tal vez del futuro? 

Las gentes quieren saber a qué atenerse, si salen a recibirles con obsequios, o se ponen gorros de papel de estaño. Los entendidos opinan que pronto saldrán a la luz las pruebas que darán veracidad a las últimas noticias anunciadas a bombo y platillo, y que van a ser la repanocha, la caraba y el acabose. Pero ¿de qué se extraña la gente? Si los tenemos hasta en la sopa. A ver, sopa de estrellas, sopa de letras, sopa de cabello de ángel… ¿Para qué queremos más evidencias que el que muestra el propio plato? A mí los visitantes que más me gustan son los de “Señales” de Mel Gibson, que echaban unos chorritos de veneno mortal por unos tubillos que tenían en las muñecas, o aquellos que chupaban la sangre de los terrícolas en “La guerra de los mundos”, de Steven Spielberg. 

Los primeros venían… ¡a saber de dónde!, los segundos ya se encontraban aquí, en el subsuelo. Los de allá morían por el agua, los de aquí, por los microbios. No hay enemigo pequeño. Es la historia de la vida como no hay otra igual. Debido a las declaraciones escuchadas con todo lujo de detalles, y los miles y millones de avistamientos que se han dado en clasificar y desclasificar, precisamente ahora, podría decirse que nos visitan más extraterrestres que flechas lanzadas por Jerjes a Leónidas, el de los Trescientos, en las Termópilas. Tales fueron los flechazos, que taparon el sol. Siempre tratan de tapar el sol, con el dedo, con harina, con bla, bla, bla… Antes estas noticias gustaban una enormidad. Se llamaban serpientes de verano. Ahora se llaman seres venidos de otros mundos, pero que están en éste. Cosas veredes.

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