Opinión

Los ojos

Dicen los que estudian esos asuntos, que los asesinos no soportan la mirada de sus víctimas en el instante terrible de matar. No sé si es verdad o no, queridos lectores. Lo que sí sé es que las personas se fían más de aquellos que miran a los ojos de su interlocutor, que de los que huyen su mirada como si escondiesen algo inconfesable. Hay grupos humanos que se niegan a comer todo lo que tenga ojos.

Los ojos además de ser las ventanas por las que se vislumbra el interior de las personas, son los espejos en los que unos se miran en los otros. Los ojos son una maravilla que nos abre al mundo y nos muestra aquello que sería imposible describir con palabras. Sólo ellos son capaces de hacer sentir al espectador la grandeza o la miseria de lo que captan. Mirar de frente es signo de sinceridad y de nobleza, de limpieza del alma. 

Hay ojos de diferentes colores, y tonalidades infinitas, aunque según los expertos, el fondo de todos ellos es azul. Son milagros de la naturaleza. No todo el mundo está contento con los suyos, y por eso se ponen, sin necesitarlas, lentillas que nada tienen que ver con el color propio. Pero allá cada uno con las opciones que le brinda el progreso y los encantos que acentúan la belleza. Miguel de Unamuno escribía: “Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan, / hay ojos que llaman, /-hay ojos que esperan, / hay ojos que ríen -risa placentera, / hay ojos que lloran -con llanto de pena, / unos hacia adentro -otros hacia fuera”. 

Los ojos han sido cantados por la inspiración de todos los poetas, porque los ojos no son solo los órganos visuales que detectan la luz y la convierten en impulsos electroquímicos que viajan a través de las neuronas, tal y como nos informan los diccionarios con palabras técnicas y frías. Los ojos son un prodigio, un regalo que ayuda de manera eficaz a comprender todo aquello que rodea al ser. Y si ellos son un prodigio, qué decir de la ciencia que los cuida, que los rejuvenece y les da nueva luz y capacidad.

Cuenta la mitología griega la historia del gigante Argos Panoptes, criado de Hera, que poseía mil ojos. Argos era un guardián muy apreciado pues aunque durmiera con algunos ojos, los otros seguían abiertos y alertas noche y día. Los ojos son un don para mirar. Lo lamentable es que a pesar de todo, hay quien no quiere ver. Quien los cierra con párpados de acero.

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