Opinión

Relatividades

La soledad. ¿Recuerdan, queridos lectores, lo que escribía Lope de Vega sobre la soledad?: “A mis soledades voy,/ de mis soledades vengo,/ porque para andar conmigo/ me bastan mis pensamientos”. Tiempo y soledad a veces van fuertemente unidos de la mano. ¿Cómo se percibe el tiempo, ahora, que todo va tan deprisa, las noticias, los acontecimientos que llegan de todos los lugares del planeta, tan pequeño y angosto? Tan pronto estamos aquí como en el fin del mundo, y no es posible encontrar un intervalo para pensar, saber qué pasa, porque todo está enmarañado, con tanto barullo que ya no se entiende nada. Pero dejemos el mundo que no hay quien lo arregle, y volvamos a la percepción del tiempo. Si se habla de él, raro es el que no dice eso mil veces repetido: “el tiempo vuela”. 

Y parece ser que sí, ya que, si las cosas se desarrollan normalmente, las semanas pasan sin sentir. Siempre se está en viernes o en domingo, como ustedes quieran, pero no se sabe cómo se ha llegado hasta ahi. Es un tema muy recurrente en el cine. Tenemos varios ejemplos: “Atrapado en el tiempo”, “Al filo del mañana”… Es como si se tomara el ascensor de un rascacielos para ir a la cúspide del mismo, y sin saber cómo, en un suspiro, ya se encontrase uno allí. O sea, que también depende de la circunstancia, porque si se está en un mal momento, o se espera una resolución urgente, el intermedio se vive como si los minutos se ralentizaran, como si las saetas del reloj no se movieran porque se hubieran convertido en plomo, y el peso no las dejara avanzar. 

Las alegrías semejan arenillas, y las demoras de todo tipo, montañas inaccesibles. Todo es cuestión de la apreciación de lo que toca a cada instante, y de cada cosa que llega en su momento para vivirla, porque se está obligado a ser arte y parte de la historia, testigos presenciales. Pequeñitos, sí, pero hacedores a la par que testigos, al fin y al cabo. Esto me recuerda la tradición toledana que versó José Zorrilla, titulada “A buen juez, mejor testigo”, y que tiene entre otras cosas que ver con el tiempo y con la espera. “Pasó un día y otro día,/ un mes y otro mes pasó,/ y un año pasado había,/ más de Flandes no volvía,/ Diego que a Flandes partió” (…). Si es cierto lo que se espera/ es un consuelo en verdad;/ pero siendo una quimera,/ en tan frágil realidad/ quien espera desespera”. 

Te puede interesar