Opinión

El Centro Cultural de San Francisco

A finales del siglo XIII, el primer monasterio franciscano ubicado en Cima de Vila, hoy Plaza del Corregidor, fue incendiado por los seguidores del obispo Pedro Yañez de Nóvoa durante una lucha nobiliaria. Ello supuso que el prelado fuese detenido por el Adelantado Mayor de Galicia y llamado a capítulo por el Papa Bonifacio VIII, para responder de los hechos y ser obligado a construir un nuevo monasterio en Vista Alegre, en la actualidad San Francisco.


Desde que sucedieron estos hechos, los avatares del monasterio fueron muchos y corrieron parejos con la historia, llegando en ocasiones a sufrir irreparables transformaciones y a verse desgajado, perdiendo una parte importante de su fisonomía y belleza como fue el traslado, aún hoy imperdonable, de su iglesia al Parque de San Lázaro. No obstante se supo mantener en buen estado el claustro, la joya artística del conjunto.


En la actualidad, que parece impensable que las instituciones puedan consentir atentados contra nuestro patrimonio, nos encontramos con que este claustro, ejemplo representativo del arte medieval ourensano, lleva tiempo sin techumbre expuesto a la intemperie y sin medidas de vigilancia apropiadas y por lo tanto a merced de los dos grandes enemigos de este tipo de obras: las inclemencias del tiempo y el vandalismo.


Si lo expuesto resulta lamentable, más lamentable nos parece que ello se deba a una mala gestión del Gobierno que, durante los más de cuatro años que llevan paradas las obras del futuro Centro Cultural de San Francisco, el lugar fue descuidado hasta los extremos que hoy podemos apreciar.


Mientras sufríamos y veíamos en nuestra ciudad como no sólo se deterioraba un monumento declarado BIC, sino también unas inconclusas instalaciones que al no entrar en servicio en los plazos previstos obligaba a los ourensanos a seguir recurriendo a la actual biblioteca -cuyas instalaciones hace tiempo que han quedado obsoletas, admitiendo que alguna vez fueran las apropiadasyo escuchaba respuestas, por boca de la ministra de Cultura, en sede parlamentaria, tales como: que la obra estaba cifrada en quince millones de euros, que la obra estaría terminada en 2007, que la obra se está haciendo y pagando, que no sabía en donde estaba el problema, que la obra estaba en marcha, etc., etc. No añado ni una palabra, todo está en los papeles. Es un hecho, como demuestra el parón de las obras durante cuatro años, que las cantidades asignadas en los distintos Presupuestos Generales del Estado nunca se ejecutaron y los plazos nunca se cumplieron.


Es comprensible que después de conocer y vivir todo esto, cuando leemos en la prensa que los que gobiernan anuncian por enésima vez el inicio de las obras del futuro Centro Cultural, nos embargue el pesimismo y levantemos la voz temiendo que una vez más sean fuegos de artificios y que un invierno más, las heladas cubran -en sentido real y metafórico- nuestro patrimonio.



Te puede interesar