Opinión

CAMBIO DE REGISTRO Y '9 OLAS'

Remató el año y con él remató también una película llamada '9 olas'. Y nadie se murió. Digo esto porque al principio a alguno le parecía una osadía, temeridad o utopía lo que ahora se ha convertido en realidad y producto, una historia filmada para ser vista, aquí y allá, en todo el mundo, aunque para ello habrá que esperar un tanto de tiempo con el que pulsar el interés de algún importante festival, pues con el mismo convencimiento que comenzamos este proyecto echaremos boletos en Cannes o Locarno, Sundance o Venecia, donde haga falta, pues el trabajo está hecho y bien. Pero hoy no toca contar sobre el contenido de la cinta sino de cómo ha sido el previo o cómo es posible hacer cine en Ourense, en este mitificado mundo del celuloide, sin acudir a papá Estado o mamá Administración. Es decir, contar que se puede producir algo provocando una marea de interés e ilusión en el prójimo, que es capaz de suma con pequeñas aportaciones de muchos lo mismo y suficiente que suma la única e importante proveniente del que hacemos poderoso, recuperando así una esencia democrática que aplicar a cualquier proyecto, y en donde libertad e independencia cobran de nuevo roles que nunca debieron perderse en nuestra sociedad. Al igual que el valor de la sinceridad, donde el algodón no engaña y el que tenga interés que lo demuestre, y haga pertinente aportación.


Sin necesidad de subir ninguna escalera de magnificencia exquisita que lleva hasta el grande que da al pequeño la misma mano que ha ofrecido en el mismo día a decenas de personas con misma indolencia ?misma, mismo, misma, parece los cantantes 'Los Mismos'- y resuelve tu asunto en dos palabras de indiferencia (como diría Walser), es posible llegar a la meta. ¡Ah, ahora lo comprendo!: es posible porque el grande no lo es tanto como cree sino en función de cómo lo ven los demás, y por mi parte ya he visto que es posible hacer cosas importantes y buenas sin pisar esas moquetas del gran poder político ni revolotear alrededor de él, el grande; ni siquiera es necesario visitar a esos técnicos singulares e intermedios que miden, valoran y proponen al jefe ¿cuánto le soltamos, cómo lo ayudamos, en virtud de qué lo favorecemos?, siempre amigos de sus amigos, amigos de siempre o nuevos enchufados.


Es momento de cambiar los registros y tener fe en lo que se hace si es auténtico y está en torno a quien tiene talento. Lo demás viene por sí solo. Al menos en '9 olas' sucedió, que es posible hacer algo interesante sin tener que contar con la subvención pública y oficial, ni siquiera de otros entes y/o fórmulas intermedias privadas, pero semipúblicas por el dinero público que las nutre y alimenta, cual es el caso de asociaciones, cooperativas y fundaciones, que por gestionarse desde un bolsillo que no es de nadie pueden soltar más fácilmente su apoyo, sobre todo si el presidente de turno es un 'bienqueda' al que le gusta hacer amigos de interés futuro. Al respecto algún día contaré el caso de algún presidente de esta naturaleza que ofrecía dinero de la organización que representa pero que al no aceptárselo, por premisa del proyecto, él tampoco puso dinero particular, ¿entienden la diferencia?; pues les explico esta mentalidad: si es dinero del grupo tengo interés, si es el mío no, el interés es distinto. Pero ni siquiera hubo hueco a la participación en la producción de este largometraje para nadie que no fuera persona física e individual, en una postura conscientemente extrema por dar valor a la persona como individuo, un valor que anda perdido y que debemos recuperar por bien de todos y social.


Hoy de lo que quiero dejar constancia, con esta prueba tangible de lo hecho que es '9 olas', es que sí es posible conseguir un objetivo ambicioso como es el de rodar un largometraje en Ourense y Galicia, valiéndose de nuevas formas de actuación para la obtención de los recursos económicos necesarios sin tener que esperar a espadas de Agadic o Política Lingüística ?por cierto, la película está rodada en un ochenta por ciento en galego-, o choromiqueando por las esquinas de las ayudas públicas; por ejemplo, contando con la cálida compañía de muchas personas ?en este caso 219 personas con nombre y apellidos que pusieron pasta- que en fondo están deseando cambiar ciertos modelos de administrar el arte, cultura y creatividad. Incluso se puede llevar a cabo un proyecto como éste donde no se recibe por rodar sino se pagan tasas para rodar en la calle por ocupación del espacio público, aunque sea mismo espacio que se podrá ver en todo el mundo sin promoción de ningún patronato de turismo. Se puede, sí, si queremos; con pocos medios pero con un director-guionista talentoso y un animador entusiasmado por el cambio necesario de registro para producir cualquier cosa. Un premio ya está alcanzado, el de no ver en los créditos ningún copatrocinador con logo de institución pública, ni en el make in off de fotografía a ningún político alrededor. En fin, cada cual con sus manías y su cambio de registro.

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