Este sábado nos dejaba Julio Anguita. Una noticia que ya muchos nos temíamos que llegaría debido a lo crítico de su estado de salud.
Se han sucedido las muestras de condolencia y creo que a todos nos reconforta la unanimidad en cuanto a las alabanzas a su persona. Políticos y ciudadanos de todo signo han mostrado su respeto y recuerdo a este gran humanista. Esto nos demuestra que hay cosas que están por encima de cualquier ideología. La sencillez, la honradez, la serenidad y otros grandes atributos que Anguita tenía, no abundan en el espectro político actual.
Expresiones muy manidas como “un político con mayúscula” o “un político de altura” encontraban todo el sentido en su figura. Un hombre culto que, con un discurso intelectual, era capaz de llegar al pueblo. Que abogaba por el entendimiento y por estar más cerca de las personas que de los votantes.
El mundo necesita muchos Anguitas. De izquierdas, de derechas o de centros, da igual. Pero que tengan su talante, su espíritu crítico y su manera de entender y hacer la política.
