La llamada de atención de la Confederación de Empresarios (CEO) sobre las deficiencias en el trazado de la futura autovía A-76 no ha podido ser más oportuna. Nuevamente esta institución se sitúa como una de las voces más autorizadas en materia de infraestructuras de la provincia, y bien harían los responsables políticos en tenerla en cuenta. De hecho sus indicaciones en el tema del AVE fueron cruciales, si bien estoy seguro que hay alguna cosa que les tiene que seguir sorprendiendo negativamente como la falta de conexión directa con Vigo y, por ende, con la Eurorrexión.
Toca ahora incidir sobre la otra pata de la planificación de las infraestructuras ourensanas que son las carreteras. Sobre este particular el empresariado señala los defectos de esta A-76 y lo crucial en cuanto a la articulación futura de la ciudad. En concreto, esta vía no contempla ninguna unión directa con la futura autovía a Lugo así como un anillo de circunvalación entre la zona industrial y la autovía A-52. ¡Demasiadas carencias pues para un proyecto de esta envergadura! Además, esto quizá ponga de manifiesto una cuestión especialmente relevante que es la falta de una auténtica circunvalación para Ourense. Y no estoy hablando aquí del tan demandado acceso al Polígono, sino de un vial que articule y regule el paso de vehículos (sobre todo los pesados) alrededor de la capital. Su necesidad se pone de manifiesto con lo que se está observando ya de saturación de la Autovía das Rías Baixas que, en este sentido, está realizando las labores de circunvalación sin estar diseñada para tal. Y lo que es peor, en cuanto se abra la nueva autopista a Santiago, dado que no se tuvo a bien hacer una entrada directa, habrá que volver a recurrir a la A-52. Si no se les ocurre otra cosa, por lo menos que vayan pensando en ampliarla.
