Opinión

Xantar

En el cada vez más competitivo mundo de las ferias, Ourense está adquiriendo un nombre propio ganado a pulso desde hace años. De hecho, Expourense cuenta en su programación anual con alguna cita que es encuentro obligado entre profesionales del sector. Buena prueba de ello es Xantar que, como Salón Galego de Gastronomía, cerró sus puertas el pasado domingo con un notable éxito. Son varios los factores que contribuyen a esta realidad partiendo de la propia concepción de la feria.


Si algo tenemos que exhibir y dar a conocer en nuestra provincia es su gastronomía y qué mejoro escaparate que una feria al máximo nivel. Cuando se habla de nuestra comida, inevitablemente pensamos en los mercados y ferias que siguen recuperándose en muchas villas. Pues bien, desto es lo que se hace en versión moderna en Xantar y, a la vista de los resultados, resulta un acierto indudable.


Como comentan los profesionales allí presentes, el certamen se está quedando pequeño y no resulta extraño que haya gente que acuda y se quede sin degustar aquello que tenían previsto. Otro factor importante es la gran cantidad que, unida a unas pequeñas dosis de innovación y precios adecuados, suponen una combinación muy atractiva.


Se echa de menos alguna cocina alternativa que permita salirse de una oferta bastante homogénea y el reclamo de algún reconocido chef.


No obstante, y como todo en la vida, para seguir progresando es neceasrio abordar nuevos ámbitos. En este sentido, se echa de menos alguna cocina alternativa que permita salirse de una oferta bastante homogénea.


Igualmente sería recomendable contar con algún reconocido chef que ejerciese como reclamo, así como complementar la oferta de menús (que sí son excepcionales) con la de productos que no alcanza el mismo nivel. No está todo lo que se podría ofertar y algunos artículos lo están de manera muy simbólica.


Y, finalmente, como mal endémico de este tipo de acontecimientos, éstos están pensados sólo para asistentes sin problemas de accesibilidfad, y si no prueben a ir con un carrito, o ya no digamos en silla de ruedas.

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