Opinión

W Ensemble + Enrique Bagaría

Cuando pensamos en música de cámara tenemos en mente la imagen del cuarteto de cuerda. Una imagen fija, una suerte de ideal platónico, que se refleja en nuestra cavernosa mente. Pero no, más allá de las formaciones de cuerda hay vida en la música de cámara.

Buena muestra de esta “vida más allá” es el W Ensemble. Una formación de altísimos nivel que pretende –y sin duda lo consigue- dar a conocer el repertorio para cámara de viento.

El W Ensemble está conformado por un grupo de músicos de muy alto nivel que compartieron atriles bajo la tutela del gran Claudio Abbado. Además, dos de ellos fueron músicos de la excelente Orquesta Sinfónica de Galicia; hablo del clarinetista Vicente Alberola y el trompa José Vicente Castelló. A esta brillante formación se suma un pianista inteligente de sólida carrera camerística como es José Enrique Bagaría.

Empieza el concierto con una obra de Schumann que se suele interpretar en su versión alternativa. Me explico: Schumann escribía partes, es decir partituras, alternativas  para otros instrumentos –en este caso escribió esta partitura para clarinete también para violonchelo con el objetivo de facilitar su interpretación. Y así ha ocurrido que es más frecuente escuchar esta pieza con instrumento de cuerdas que con el instrumento de viento protagonista de la primera versión. Es una pieza de carácter, en la que se nota que Schumann sabía bien lo que quería hacer, lo que le da un aire decidido.

En 1890 Brahms daba por terminada motu proprio su carrera como compositor. Sin embargo un viaje en marzo de 1891 lo cambió todo. Visitó la Corte Ducal de Meiningen y allí escuchó a la orquesta de la corte interpretando el Concierto en Fa menor para clarinete de Weber. El clarinete  solista, llamado Mühlfeld, dejó prendado a Brahms –cuentan que se pasaba horas escuchándole ensayar- hasta el punto que escribió varias obras de cámara más para él  entre ellas el Trío op.114.

Para la tercera pieza el W Ensemble vuelve a Schumann. Una pieza breve y alegre que para la crítica especializada es la primera obra para trompa que refleja el espíritu del Romanticismo. Como dejó por escrito Clara Schumann tras interpretarla:La pieza es espléndida, fresca y pasional ¡tal y como me gusta!

El concierto termina con Brahms. Una pieza que tiene cierto aire melancólico –la madre del compositor había muerto poco antes de que escribiese esta obra, y en su movimiento lento aparece la indicación melancólicamente- y  que escribió para trompa natural: la que se utilizaba en las partidas de caza. Brahms aprendió a tocar el instrumento en su juventud y siempre se sintió atraído su tono redondo, y para él dejo alguno de los compases más  elocuentes jamás escritos  como son los primeros compases del Concierto para Piano nº2 o el finale de su primera sinfonía.

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