Opinión

¡OH, LOS HOMBRES!

Hablando con un amigo acerca de los maridos 'dominados' por las mujeres, le dije:


-Yo lo tengo bien claro: en mi casa soy yo el que lleva los pantalones. Anoche mismo, buena la armé. Advertí que no había agua caliente y, en cinco minutos, ya estaba solucionado.


Tras una breve pausa, continué:


-Detesto tener que lavar los platos con agua fría. ¿No te ocurre a ti lo mismo?


Para mi amigo eso no era problema, era peor pasarse noches de insomnio.


-¿Por qué no consultas a un psicólogo? -le dije.


-Ya lo hice.


-¿Y que te aconsejó?


-Que debía de relajarme y que, en vez de contar ovejas, ordenase a cada parte de mi cuerpo que se durmiera de la cabeza a los pies. Aquel día regresé a casa y aquella noche en el lecho empecé a decir: '¡Cabeza, duérmete!, ¡cuello, duérmete!, ¡hombros, duérmanse!' Cuando casi había terminado -me seguía relatando mi amigo-, entró en la habitación mi esposa con un hermoso camisón transparente.


-¿Y tú que hiciste?


-¿Que qué hice? Gritar: ¡Arriba todos! ¡Vamos! ¡Arriba!

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