Opinión

Caña para pescar

Hay un lema universal que dice algo así como no me des un pez, sino una caña para pescarlo. Dame la oportunidad de ganarme la vida por mí mismo sin necesidad de recibir limosna.

Las medidas que está conformando el binomio Sánchez-Iglesias se inclinan más a repartir peces que cañas. Es evidente, obligado y necesario, echar una mano a las millones de personas que han perdido o pueden perder su trabajo, pero se advierten tentaciones de caer en las subvenciones a perpetuidad, en lugar de crear las circunstancias necesarias para que los españoles que hoy se encuentran sin ingresos al encontrarse sin empleo, puedan encontrarlo a medio plazo. Tantas promesas de subvenciones, de ayudas a familias en situación de riesgo o de pobreza, de acudir en socorro con dinero en mano, sirve para paliar las situaciones de emergencia, para ayudar a sobrevivir ante la adversidad; pero un gobierno que se preocupe seriamente por el futuro de los ciudadanos tiene que promover que esos ciudadanos encuentren una situación económica y social que les permita trabajar y ganar el dinero necesario para cubrir sus necesidades básicas y las de su familia.

La prioridad del Gobierno tendría que ser crear el escenario adecuado para que se recuperen los millones de empleos que se han perdido o se van a perder, y debe hacerlo ya, vez de promover subvenciones a perpetuidad o casi. Hay personas a las que gusta recibir una subvención estatal a fin de mes, que suele completar con colaboraciones esporádicas en negro, todo el mundo conoce ejemplos. Pero muchos de los que cobran subvenciones confiesan abiertamente que lo que quieren es un trabajo suficientemente pagado para no tener que recurrir a subvenciones, PER o ingreso mínimo vital.

Aparte del funcionariado, son las empresas, grandes y pymes, las que crean más empleo en este país. La demagogia de la izquierda radical y trasnochada se empeña en presentar a los empresarios como gente de la que hay que huir como la peste, gente egoísta, prepotente e insensible a los problemas ajenos. Sin embargo la crisis del covid habría sido más aguda sin el apoyo solidario de empresarios y de grandes fortunas que, pública o calladamente, han dedicado dinero, estructura, tiempo y gestiones difíciles para paliar los efectos de una situación que sin ellos habría sido aún más aguda. Han hecho un esfuerzo descomunal ante un Gobierno que ha gastado dinero a espuertas antes de la llegada del coronavirus y no ha reducido gastos cuando nos ha golpeado de pleno.

Un buen gobierno no debe marcarse como objetivo que las subvenciones lleguen al último rincón del país. El primer paso ante una pandemia es garantizar que todo el mundo reciba tratamiento sanitario, el segundo que cuente con los medios para subsistir, y el tercero, que esos medios para subsistir tengan fecha de caducidad creando las condiciones necesarias para que se mueva, hacia arriba, el mercado de trabajo.

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